jueves, 30 de diciembre de 2010

Recuento 2010


Este año ha sido del terror. Que el terremoto, que comercial, que la ira de Montero, que penal, que peleas idiotas.... Todo lo malo que podía ocurrírsenos, podía pasar este año. Y, sin embargo, otros milagros pasaron también. Que todos los ramos pasados por primera vez en un año, que epic win en los ramos peligrosos, que libros gratis de chiripazo, que relación estable, que tejidos en creación... Todo ha pasado y dejado de pasar este falso bicentenario.
Y, sin embargo, ha pasado rápido. Todo ha sido un torbellino constante de descubrimientos, decepciones, alegrías y euforias, mezcladas indistintamente y sin ton ni son. Siempre, eso sí, de la mano de los míos, ésos a los que harto de preguntas raras, de bailecitos surgidos de la nada; de abrazos, besos, mordiscos y uno que otro dibujo en el margen del cuaderno.
Se han ido personas a vivir sus propias vidas; he comezado también a vivir la mía más allá del mero código rayado... todo, todo, ha comenzado a moverse en el tablero. ¿Mejor o peor? Habrá que verlo en lo que viene.
El próximo año se espera algo mejor, algo menos cruel, menos difícil en este camino. Quizá ocurra, quizá no. Pero la gracia va en soñar un futuro bonito, y luchar por tenerlo. Al menos, esa es la tónica que quiero imprimirle al 2011. Más esfuerzo, menos conformismo.  A ver si logramos avanzar más en el camino que nos queda. Pero, nuevamente, quiero seguir de la mano de los míos: de mis hermanos que van creciendo, de mi hermana que –a lo lejos – guía su propia senda a punta de escalpelos y músculos de equino; de mis papás que no van juntos ni revueltos, pero que están ahí igual; de mis amigas, las vea o no; de los chicos que me aguantan en la Escuela.... y ojalá, ojalá, de aquel que tiene mi corazón en sus manos.

Que el próximo año, sea mejor.
De todo corazón.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Evasión de las lindas

Debería seguir embiutiendo delitos en mi cabeza, pero ésta prefiere repelerlos un rato, para llevarme a un tango de Piazzolla con el que he estado pegada -y con razón- estos días; tango que hace reír sola cuando voy por la calle; que me emociona casi hasta las lágrimas cada vez.... que me identifica y me ilusiona; que me alegra y me estremece. 
Sólo pongo el pedacito que me marca, pero oírlo es altamente recomendable.
 
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite a los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!


 

lunes, 6 de diciembre de 2010

Mish!

El otro día salí con las chicas hermosas preciosas que tengo de amiguis a ver una peli por el mundo y a conversar de la vida, de la U y de miles de cosas x. Y, verdades más, verdades menos, fue notorio que ya definitivamente (aleluya!) no somos niñas.
No somos niñas.
Ni adolescentes, ni esa cosa rara entre adolescente y adulto joven. Ya entre los 20 o 21; con penas más, con penas menos... con ilusiones rotas, con risitas pícaras, con chivas, historias y preguntas; con respuestas que -tiempo atrás- no habríamos imaginado que habría respondido tal o cual; que habría preguntado una y no otra de nosotras. Ya somos mujeres hechas. Quizá no tan derechas, por mala postura, pero mujeres a fin de cuentas.
Y se siente raro el notar eso de las otras, y más aún que el resto lo note de una. El darse cuenta que hay detalles sutiles, que una no es capaz de percibir en sí misma, pero que en las otras sí, por un brillo distinto en los ojos, por una caminada distinta... por una risa más sincera y no tan pudorosa, por un comentario impensado en otro momento de nuestro camino juntas...
No sé si es bueno o malo, si me gusta o no.
Pero es, y eso es lo que se rescata.

domingo, 5 de diciembre de 2010

asdasd

Debería estar estudiando, pero en vez de eso prefiero ser un tanto masoquista y quedarme aquí.

Te espero, ¿sabes? Pero pareciera que ni siquiera te das cuenta...

domingo, 28 de noviembre de 2010

Mi papá.

A veces mi papá me recuerda que los años no son sólo para que salgan arrugas y los cambios hormonales te peguen un charchazo de la nada.
No es que lo olvide, pero de cuando en vez viene  y me envuelve de nuevo con esa sabiduría creada a punta de esfuerzos y porrazos, de lágrimas que nunca vi pero que supe que estuvieron; de risas que se tragó por no hacernos sentir peor en la vergüenza o de copas que no vi que le dejaron lecciones.
Me envuelve y, primero monologando, después ya escuchando, y luego... ya departiendo casi casi como amigos (no puedo olvidar que es mi papá), va botando un poquito que sea de la angustia que se forma; que el sabe que existe y que no pregunta, esperando a que pueda ir a contarle, o que prefiere, al final, enfrentar él.
Me enseña, como siempre, puntosde vista que no soy capaz de ver por mí misma, nexos sutiles que sólo si me dice aprendo a notar, y apenas.
Viene y me recuerda que no es ese hombre tan lejano que siempre pareciera; que es más de la voz en el teléfono que pregunta por cómo me va, que cómo estan los enanos... y que después de un rato me lo vuelve a preguntar, distraído por sus miles de problemas, pero que envuelve genuina preocupación.
Viene y me resalta que es joven aún, que se hizo viejo por nosotras; que se hizo padre por opción y no por obligación; que trata de ser diplomático cuando puede pero que se le salen los choros del canasto también.
Viene y me recuerda que no importa que tenga 20 años; que igual sigo creciendo, que igual tengo que ser corregida en las actitudes que tomo.... pero que no por eso debo dejar de vivir y comenzar a ser una vieja amargada, que es lo que nota que me estoy volviendo.

Pero viene, y es mi papá, y yo lo amo por eso: porque tiene la capacidad de aterrizarme sutilmente; porque me da ese espacio para hablar las cosas sin necesariamente estar arriesgando mi pellejo por hacerlo (o con derrumbar la casa por un portazo); porque me entienede o trata de hacerlo, y porque me quiere como a su hija, y porque yo lo quiero como mi padre, aunque no compartamos techo, sangre ni apellido.

Porque es mi papá.

martes, 23 de noviembre de 2010

Libido

Siempre era una aventura entrar en su cabeza. Era, extrañamente, muy cristalina, llena de personitas corriendo de un lado para otro, acarreando recuerdos y tratando de embutir la maroma de información que recibía "en clases" para ser procesada en un extaño aparato que de cuando en vez humeaba de lo lindo.
Pero ella no iba a la visita turística por los despachos de su memoria, ni al tétrico lugar donde los procesos más mecanizados se mantenían (a cargo siempre de un practicante de neurona, había que decir; siempre tratando de abaratar costos).
No; ella iba a ver a las Etoiles, como le gustaba pensarlas. Esas... cómo decirlo...personificaciones de su propio carácter. Eran todo un espectáculo. Como la vida.

Subió por la amplia escalera de la conciencia y se fue a la terraza de su cerebro, tan cristalino y pulcro; tan disímil de lo que ella era al menos en su entorno. Vaya paradojas.
Pues buen, allí vio cómo la Inteligencia casi se daba de cabezazos contra uno de los muros de cristal, mientras la Jugosa se desternillaba de la risa en su cara. En algún rincón vio a la Meditabunda, admirando cómo la Creativa se empeñaba en armar con los haces de luz algún envoltorio para su la Bailarina un tanto exhibicionista. Por un lado y por otro se dispersaban los diversos aspectos de su personalidad, mas ella, después de saludarlas cortésmente con un gesto de cabeza, siguió de largo, hasta el fondo... al único reducto en aquel límpido lugar que tenía una puerta, una llave y una identidad encerrada. Al que ella, de morbosa, gustaba visitar a solas. Iba a visitar a la Líbido.
Y es que no podía dejar de ir a visitarla. La conoció encadenada; ahora disfrutaba soltarla sólo para sí. Un par de ocasiones muy dispersas se había tomado el control total, y habían sido instantes memorables, pero llenos de culpa, recuerdos, subidas súbitas de temperaturas y risitas solitarias en la calle.
Le encantaba mirar a los ojos a la Libido. Siempre más oscuros que en el resto; siempre más brillantes... siempre más ansiosos. No le disgustaba mirar el cuerpo de la Libido. Creía firmemente que era el único que, aún ajustándose al modelo en carne y hueso escala real, se veía bien... se veía deseable... incitante, quizás, incluso para ella misma.
Le encantaba oír esa voz tan grave, tan pausada... tan llena de inflexiones como de trampas. Le fascinaba pensar que era esa misma voz la que podría, en algún momento remoto, salir de sus labios; nunca tan tentadores como los de la Libido, claro está.
No, porque ella era inigualable, aún dentro de su cabeza.
Pero lo que más le gustaba de la Libido, por sobre todas las cosas, ya fuera su moral, su cordura, su imaginación... por sobre todo eso y más, lo que la derretía era que la Libido se empeñara en tentarla a ella. Y  que lo lograra, que era lo mejor.
Cada vez más aumentaban las frecuencias de las visitas a la Libido. Y cada vez más se transgredían  los límites entre la razón y el deseo. La lucha misma entre ella y su personificación.
Y vaya bien que le hacía.

Algún día, sabía, la Libido se tomaría el control definitivo de su cabeza, subyugando al resto.
Y no podía decir que lo lamentaría.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Dopaje

Estaba sentadita, ahí, con los pies colgando al vacío. Mirando Santiago desde el punto más alto y mas desprotegido que había logrado encontrar. Sintiendo cómo de a poco se iba adormeciendo, y al mismo tiempo, cómo iba encontrando las respuestas a cada uno de los problemas que había tenido. ¿Cómo no se le habían ocurrido antes, si eran tan pequeños? Quizá la inminencia de la muerte era lo que la tenía tan lúcida, paradójicamente.
Bostezó y se estiró, bajando luego los brazos y empujando una de las tantas cajas vacías de sedantes (¿o eran antidepresivos? ¿O relajantes musculares? ¿O...? Daba igual. Caja de remedios para todos los efectos) a la nada que estaba bajo sus pies. Logró distinguirla un par de segundos antes de que el follaje del San Cristóbal se la comiera. Como probablemente iba a hacer con ella en una horas.
Demonios. si no fuera tan cobarde aún, se habría despeñazcado ella sola. Pero como era una floja como siempre, prefería estar inconsciente y que la gravedad (y su sobrepeso) hicieran lo suyo.

Pensó en su hija. La recordó tan pequeña y tan feliz al mismo tiempo. Siempre sonriendo, siempre preguntando... siempre armando algo con lo que tuviera a su alcance. Se sonrió, justamente recordando su sonrisa inocente, con apenas un par de dientes... Volvió a la seriedad al recordar a a su hijo. Tan desordenado como ella, pero al mismo tiempo tan frágil como su padre, ése que le había ganado la custodia y que -fríamente- se la merecía más que ninguno de los dos.
Volvió a prenderse esa voz de conciencia que aún no lograban apagar los sedantes, gritándole que se detuviera, que ocupara para algo más útil que revisar twitter su celular y llamara a algún médico de los que conocía; por último al 131. Pero ligerito la logró aplacar. Sí, era terriblemente egoísta queriendo terminar con su vida sin pensar en quienes la rodeaban. Mas, igualmente, su trastornada cabeza de encontraba todas las soluciones a los daños colaterales de su decisión. Sus hijos aún eran pequeños; los mellizos apenitas la iban a recordar.... además, la nueva mujer de su ex marido era una buena persona y los adoraba. Quedarían en buenas manos.
Sus padres se enterarían mucho después, por fin los había logrado mandar de crucero por el mundo, para que vivieran algo de vida fuera de la crianza y el trabajo. Su puesto de trabajo era fácilmente reemplazable; ya había un chico muy capaz en el estudio; seguramente la firma de arquitectos iba a progresar como nunca...
Na'h, ella no era necesaria. Ella era prescindible.
Ella era nadie.


Suspiró, y cerró los ojos. Ya estaba cansada. Estaba por irse. Se tendió cuan larga era en el borde de la roca sobre la que había estado sentada, y cerró los ojos. Sintió el sonido del viento, lejos de los autos, lejos del smog; lejos de lo banal y lo sagrado.
Y se sintió sola. Y frágil. Y arrepentida. Y vacía. Pero no quería hacer nada más.
Se balanceó un par de veces, temeraria, riendo de a poquito, lentamente ascendiendo el volumen. Hay que permitirse locuras antes de matarse, pensó. 
Perdió el equilibrio de una vez.... justo antes de ver que un par de ojos negros la miraban con espanto y oír un grito perentorio.
"Maldita sea - alcanzó a pensar antes de caer.- ¿Por qué justo ahora tenían que interrumpir los ex maridos llenos de conocimiento sobre una?"

jueves, 11 de noviembre de 2010

Vaso de agua turbia

El semestre está a poco tiempo de morir, y creo que yo también. Académicamente las cosas van patas arriba, y no he sido tanto o más negligente en ello que lo que ha sido la tónica durante estos tres últimos años.
Estoy aburrida. La carrera no me desagrada, pero no me motiva ya.  Las materias que me motivan son las peor calificadas; las challa, apenitas ahí salvando. Las ganas de estudiar, de aprender, son lenatmente reemplazadas por ganas de dormir, de viajar, de tener una metralleta y dispararle a todos en la Escuela y luego tener el coraje de pegarme un tiro.
Quizá es porque necesito tanta cuota de novedad frente a mi nariz como estabilidad en mis patas, pero el punto es que de a poco ese norte tan iluso que estuvo en mi cabeza ya no está; se difumina entre los jirones de espanto y de nervios que invaden la cotidianeidad.
Los problemas idiotas se abren paso cada vez de forma más frecuente; la falta de tacto, el exceso de cargosismo (por decirlo de alguna manera); la puta primacía de mi ombligo por sobre el resto...
Esto no va bien, ni para mí ni para aquellos cuyas vidas tienen la desgracia de tenerme en servidumbre...
Y aún así, no hago nada para remediarlo. Sale más fácil, más cómodo, menos hiriente por encima el quedarme sentada, siguiendo como la piedra en el camino que algunos alcanzan a esquivar y por la que otros se caen. Siguiendo como piedra, siguiendo como estorbo. Siguiendo con el lamento autocomplaciente hecho nada más y nada menos que para seguir inmersa en el mismo vaso de agua turbia que no quiero beber, pero que tampoco quuiero botar, de puro vaga.

domingo, 24 de octubre de 2010

Antinomias de la vida

Esta nota la refloté buscando ws en fbk, lo que me demuestra que en algún momento entendí lo que eran las antinomias! Ahora claramente no las recuerdo, pero he de decir que en base a ellas han habido buenos ratos xD


Eso.


Está bien, asumo que es MUY contradictorio que le ponga así a una nota, más aún cuando debería estar haciendo el trabajo de intro y no jugoseando. Agrava más esto el punto que ODIO las antinomias con todo mi ser.
Pero considerando aún más que las antinomias son conflictos de normas, y que por la RAE es la contradicción entre dos principios racionales, se aplica a lo que pretendo decir.

Ser feliz es una norma de vida que se opone a la norma biológica que me dicta depresión por una descarga determinada de hormonas específicas, no?
¿con qué criterio puedo decidir cuál escoger para mantener un ánimo decente (y que no implique fijar un domicilio en tal condición)?
Si lo veo por un criterio de temporalidad, gana la decisión propia, porque mi visión de la vida comenzó a formarse después de que mi organismo comenzara a funcionar.
Si vamos por un criterio de especialidad, gana la biología, porque el cuerpo, con fallas y todo lo que quieran, es la máquina mejor creada hasta hoy, salvo el Playstation.
Y por un criterio de jerarquía.... el round sería entre mi cerebro y la hipófisis, y el corazón y el hemisferio derecho, no?... ¿Y quién gana ahí?

Y si nos vamos por la intención del legislador, para ver su motivo... ¿cómo changos recurro a Dios, Kami-sama, la Pachamama o quien sea el ente que maneja todo y está attento al luppi? No tiene domicilio donde hacerle llegar las notificaciones (sino pregúntenselo al gringo que lo demandó), y si le grito con todo mi fervor me llevan detenida por disturbios en la vía pública así que....

Eso, pu'h... Antinomias de la vida.
¿Quién se anima a explicarme ahora?

jueves, 14 de octubre de 2010

Et lux perpetua

No hubo vueltas. No hubo intentos.
Lo dejaron morir.

No es que él no lo supiera, es más, él había ordenado en vida que, si llegaba a pasar algo así, no lo dejaran seguir. Que lo desconectaran, en buen español. Que evitaran que diera lástima, en sus palabras.
Que evitaran gastos innecesarios, dolor en demasía; ese voyerismo cruel de tener al frente a alguien que se sabe muerto y -no entendía si por sadismo o masoquismo-  aún así luchar por que ese cuerpo, esa mera corteza ajada y corroída por la mezcla de estrés, nicotina, sexo y alcohol, siguiera emitiendo curvas en un monitor.

El problema se presentaba en ese momento, ante sus ojos, ante sus narices. Él, muerto para la medicina en general, tenía conciencia de cada cosa que pasaba. De los doctores hablando en chino con su familia en el fondo de la sala; de su señora, que lo miraba como si lo atravesara, como si fuera invisible; de la enfermera de la entrada que lo miraba con deseo, del cadáver del lado -porque ése sí que era cadáver-...
Tenía conciencia de que no podía reaccionar, de que su cuerpo lo traicionaba una vez más; de que las agujas que sabía se le clavaban no lograban crear la reacción exigida para que no lo abrieran en un pabellón para entregar sus restos a otras personas a la mitad del trance que él pasaba (y cómo lo crispaba -incoherencias aparte-)....

No, no había nada que hacer. Y eso lo ponía de los nervios, porque no veía a su alrededor los ángeles que lo guiarían a su juicio personal; no veía la dichosa luz que lo abstraería de esa desesperación de saberse vivo pese a que todo indicaba lo contrario. No, se rectificó, no estaba vivo. Era autoconsciente, pero vivo no estaba.
Ah, qué diablos. Venía a dar igual, más si tenía conciencia de que lo llevaban por un pasillo oscuro, en pos del escalpelo maravilloso que lo cortaría en tantos pedazos como él disfrutaba hacer con su cena las noches de carne...con la sola diferencia de que él no sería deglutido, sino que injertado en un cuerpo ajeno que lo adaptaría a sí mismo (con algo se suerte y mucha medicación).

Venía a dar igual, ahora que descubría con sus propios ojos propia conciencia que lo de los pulmones horribles por culpa del tabaco eran mucho peor de lo que salían en las cajetillas de cigarro...; que su estómago, ése del que tristemente hizo gala en algún minuto, en realidad no tenía nada de particular; en que su corazón era mucho más grade de lo que creía y que su miembro daba vergüenza ajena...

Pero, por sobre todo, venía a dar lo mismo ahora que se sentía atado a un cuerpo relleno de suturas y tapones en cada puto orificio de su cuerpo, mirando al vacío de una sala más vacía aún alquilada al que tuviera la pena de turno, en un cajón corriente que tenía una lámpara mortecina al costado, como simulando la  maldita luz que no llegaba aún a explicarle qué demonios él, su cadáver y su conciencia.

Hasta que se aburrió. Cerró los ojos (o aquel reducto de su inanimada mente por el cual absorvía las imágenes del mundo) y se tendió cuán incómodo se podía plantear sobre ese muñeco de carne en que se había convertido. Y esperó; a que su viuda -viuda, qué espanto- llorara y se desgañitara clamando por una razón a ese Dios que todavía no daba señales de pronunciarse; a que sus amigos desfilaran frente a ese reducto de madera, a ver quién con peor cara; a que sus familiares -esos que ni siquiera recordaba- se reunieran a su alrededor a contar anécdotas refritas de otro pariente que nunca conoció...
Esperó a que el sacerdote (¿qué demonios tenía que ver un sacerdote con él?) lo empapara de agua -para él normal, para el resto bendita- y recordara al mundo el buen hombre que -claramente- no había sido, y que lo sacaran trabajosamente del lugar desconocido (y que poco le interesaba, si era sincero) para montarlo en ese auto con olor sempiterno a muerte y flores viejas en dirección poco relevante.
Y siguió esperando, a que terminaran con el ritual prefabricado del entierro; a ser cubierto por las flores que fingían ser la manifestación de interés y que no era más que una convención social;  y a ser bajado a las entrañas de la tierra.

Pero, cosa curiosa, en vez de sentir la oscuridad cernirse hambrienta sobre él (o más bien la tierra sobre su cuerpo, para culminar el ciclo de la vida), sintió una luz  que poco a poco iba aumentando de intensidad. No sabía de dónde venía, si de arriba o de abajo; si de fuera o de dentro. Sólo sabía que poco a poco lo iba encegueciendo. Y que lo hacía ascender, de alguna forma inexplicable fuera de su entendimiento, que a estas alturas valía nada.
Y sentía que subía y subía...
Hacia la luz perpetua.




La mala inspiración llegó de mano del Requiem de Mozart.

lunes, 11 de octubre de 2010

Incoherencias.

-Te amo, ¿sabes? Pero no creo que eso nos baste. Siéndote sincera, me estoy aburriendo de tí.
Así, precisa, concisa, letal, fue que ella dejó en el aire todo el esfuerzo que les había costado años consolidar.
-¿Estás segura? Digo, hay mucho en juego aquí...
-No dije que estuviera terminando. Dije que me aburro. No hacemos nada nuevo, la rutina nos comió, ni siquiera tenemos de qué hablar...
-¿Y qué propones?
-No lo sé. Desde un comienzo no lo supimos, ¿no?

No. Desde un comienzo no lo supieron, salvo el sentir que el mundo se confabulaba en su contra para hacerlas sufrir más aún.
De mundos diversos, cada una con su cruz a cuestas, para ver que todos los parámetros en los que trataban de encajar se venían al suelo por amar a alguien igual a sí misma. O al reflejo, más bien. O a los opuestos, si se quiere. Les daba lo mismo. Hasta ahora, claro, en que los cuerpos se sabían tan de memoria en que ver a la otra desnuda ya no provocaba nada; en que la hora de la cama era literamente para dormir y en que hasta los días especiales (cumpleaños, aniversarios, recuerdos de días importantes) venían a ser lo mismo: un refrito de los grandes instantes anteriores...ésos que, de tanto recordarlos, perdían su magia y no pasaban a ser sino una foto desteñida en la memoria.
Ahora, el ser el espejo de la otra les venía en contra. Sabían cada gesto, cada opinión, cada suspiro, cada orgasmo de la otra. No quedaban sorpresas, no quedaban recovecos por descubrir; ya la depravación se les había agotado, lo mismo que la ternura. Lo que les quedaba era la costumbre.
Y eso, ESO, las mataba.
Pero no existía valentía como para cortar por lo sano, no había voluntad para decir "Adiós, un placer, que te vaya bien en la vida", ni para decir "Te detesto, te aguanté nada más que para no estar sola contra el mundo". Para nada habían ánimos. Sólo esa maldita costumbre, ese maldito conformismo que las había absorvido a ambas.
Completamente lejos de los que las llevó a unirse, a amarse, a conocerse. Y que, en esos momentos cruciales, ninguna podía recordar.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Entre pito y flauta

Pus que continuando con la cadena de plagios, aquí hay un listado de preguntas estrambóticas (cortesía de Ro) para que responda, que mi ampolleta no da para tanto. Y eso. Cami fue la primera en empezar con esto. A ella mis respetos :D

1.- Cómo te llamas?
Pus que me llamo Pilar Alejandra Valdivia Romero... pero de noshe... (AUTOCENSURADO)
2.- Por qué te llamas así?
Porque mi tía acogió muy bien a mi madre cuando ella me esperaba. Eso sí; yo era hombre y me iba a llamar Alan Jared; y mi tía es una bruja de mierda, así que no sé qué me espera...
3.- Estás conforme con tu nombre?
No me veo con cara de Valentina o de Andrea o de Carolina... La verdad, a veces siento que es nombre de vieja, pero ya me acostumbré a él :D
4.- Qué deseas hacer con tu vida?  
Acabarla Em... algo productivo puede ser, no es mala idea... digo, a qué venir al mundo a consumir recursos escasos y no hacer nada útil... ayudar gente, hacer feliz al resto, gritarle a los intransigentes... linda vida... Hablando en serio, me gustaría viajar, aprender cuanto baile exista y aprender a tocar piano. Algún día.
5.- Lo que más te gusta?
Cantar, bailar, ir a la facu a puro conversar (y a clases de comercial :B qué ñoña), saltar sobre hojas secas en los parques.... comer helados, saltar charcos con zapatos que no se filtren, vitrinear...
6.- Lo que aborreces con toda tu alma?
La  gente que abusa del resto, que se aprovechan de sus lugares de poder o de su diferencia física para violentar al resto; los que hacen sufrir a las personas, independiente de quién sea; si un ajeno, si mi madre o yo misma. Quizá por eso tanta dualidad junta...
7.- Tu mayor miedo?
Quedarme sola.
8.- Algo que te arrepientes de no hacer, pudiendo haberlo hecho?
Meterme a flamencoooo!!! No me gusta arrepentirme de las cosas. Se siente horrible.
9.- Sueño frustrado?
Ser cheerleader.
10.- Color favorito?
El morado :D
11.- Animal favorito?  
Mi hermana En realidad, no me llevo con los animales, pero en general me gustan los animales tiernos y apapachables, como los conejos o los gatos o los Igores :D
12.- Comida favorita?
La comida china. AMO la carne mongoliana (O¬O), el arroz con salsa de soya y el pescado ese raro que no me acuerdo cómo se llama con salsa de tamarindo...
13.- Personas especiales?
Ufffff... la lista -pese a todo- es larga. El problema de tener personas especiales es que siempre alguien quedará en el tintero, alguien con quien se vivieron momentos preciosos; alguien que cambió o marcó un antes y un después en la vida; alguien a quien yo misma debí ofrecer apoyo por situaciones difíciles...
Insisto, la lista es larga. Así que prefiero omitir nombres. Ello no obsta, en todo caso, a que trate de hacerles sentir siempre que lo son para mí; el problema es saber si efectivamente se logra...


Eso se me ocurre responder por lo pronto. Otra cosilla adicional, lo preguntan y contesto XD

jueves, 9 de septiembre de 2010

...(Sin) memoria VIII

Se la llevaron hoy a su casa. Estaba flaquísima; la ropa le nadaba su buen poco. Y está blanca… se nota que le falta sol. Un grupo pequeño la fuimos a ver. Hizo algo muy extraño. Nos miró atentamente, con los ojitos brillantes, y de la nada, sonrió y nos abrazó. Bajó por las escaleras en vez del ascensor. Eran tres pisos solamente, pero se mostraba inmensamente feliz. Como si encontrara de nuevo el gusto por las cosas simples. Cuando llegó al frontis del hospital, corrió al árbol que está, para abrazarlo. Se quedó debajo un buen rato, esperando que el viento hiciera caer las flores sobre su cabeza.
Es una niña pequeña, aún.
Estuvo saltando un buen rato. Cuando le pregunté por qué, dijo que le era nuevo sentir los pies en algo que no fueran pantuflas sobre baldosas blancas.

domingo, 5 de septiembre de 2010

...(Sin) memoria VII

Reconoció voces, dicen. Y las asoció a lugares.
Antes, preguntaba por lugares verdes.
Pero todavía no recuerda nada. Aún está perdida.
Y yo no sé si sea capaz aún de verla a los ojos.



Me trajeron fotos. Muchas fotos. Salgo con mucha gente. Amigos de la universidad, del colegio, con la familia; sola, de gala, en graduación, de pequeña. Me trajeron fotos también de lugares verdes, por los que solía transitar. No los pude asociar a nada, pero me hizo pensar qué tan ciertos eran los vínculos que me unían a esas personas. Al menos, con mi familia desarrollé una empatía muy rápido, y también con algunos de quienes se me presentaron como amigos. Pero con otros no; es más, me dieron miedo o un poco de ira, incluso. ¿Cuán real habré sido con los otros? ¿Qué habré vivido?

El doctor dijo que mañana me darían de alta, porque me convenía estar en un ambiente más familiar. Que seguiría con controles regulares, pero que seguir en el hospital era contraproducente incluso.
Por mí, que me lleven donde sea. El olor a desinfectante me está asqueando. Lo único bueno son las jaleas.

...(Sin) memoria VI

Pasó algo raro. Me trajeron por primera vez los libros y cuadernos que ocupaba. Hojeé los apuntes, y me sorprendió lo dispar de la letra, y los dibujos de los márgenes. ¿Eso lo hacía yo? Pregunté, sorprendida. Parecían más los cuadernos de una escolar que de una universitaria.  Me reí mucho con ellos; siempre eran muñequitas flaquitas. Habían muchas caritas, y mini mensajes con otras personas.
Cuando tomé los libros, comencé a reconocerlos, a buscar determinadas páginas porque los números resonaban en mi cabeza. Me fueron familiares.
Después, comencé a reconocer voces, a asociarlas con caras… y lugares. Creo que me aceleré un poco, porque mi madre, que fue quien llevó las cosas, comenzó a llamar a voces al doctor, creyendo que ya reconocía todo, que mi memoria funcionaba. Pero no, no del todo.
Lamentablemente.




P.S: esto lo tengo escrito desde hace meses; ahora con la guerra de cuentos me acordé que existía :P

...(Sin) memoria V

 Hoy volvimos a verla. Está más animada, se ríe casi tanto como antes. Incluso, podría decirse que más, porque sus ojos ríen con ella.
Pero aún no recuerda nada. O nada concreto, al menos. A veces hace preguntas extrañas, como antes; de esas que nos descolocaban al principio y que luego aprendimos a temer. Pero siempre tienen que relacionarse con algo verde. Un parque, creemos; no tenemos idea de qué es lo que quiere saber. Dicen que sueña con un nombre, pero que no se entiende cuando lo menciona al dormir. Siempre despierta agitada, y un par de veces lo ha hecho llorando. Creo que sé quién es.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Miedo

Estaba allí, de nuevo.
Como en sus peores pesadillas.
Parada quizás cómo, porque todo, TODO a su alrededor era del negro más profundo. Probablemente era el olvido mismo; ni ruido se oía. Ni su propia respiración.
Y luego, como siempre, la voz. Esa misma, melosa y penetrante...
-¿De nuevo por aquí? ¿Tratando de convencerte de que eres humana?
-Déjame en paz.
-¿Por qué, si eres tú la que viene siempre a irrumpir a mis dominios? Asúmete, quieres enfrentar la verdad y no puedes...
-Déjame en paz, te dije...
Ya estaba acostumbrada a pelearse con la voz maldita, pero ello no quitaba el hecho de que la aterrorizaba hasta lo más hondo... si cabía.
-¿Qué dudas ahora? ¿Apareció...? ¡Ah!- la voz hizo una pausa, una infinita pausa.
Ella se sintió atravesada por un lo que habría sido un viento helado de haber corrido aire en ese lugar.
-Así que hay un "alguien" al que pretendes "querer"... Chica ingenua... aún no aprendes..
-Calla de una vez....-ella se tapó los oídos (con la nula esperanza de que ello bloqueara la voz) y se volteó. Al hacerlo, notó algo que no había visto antes: un espejo de cuerpo completo.
Se acercó, temerosa. Asumió que, por el hecho de notarlo, habría algo más de luz.
Al llegar a él, reconoció -no sin cierta dificultad- su propio rostro asustado, apenas dibujado por un halo de luz que brotaba de ella misma. Pero era tan débil...
-¿Puedes verte allí? -dijo la voz, sobresaltándola. Ella miró a todos lados, y cuando volvió a mirar al espejo, soltó un grito. Tras de ella sólo habia un rostro. No cuerpo, no luz. Sólo un rostro burlón que la miraba a través del reflejo. Miró sobre su hombro; no había nada.
-Curioso... crees verme a , pero no te ves tú...
-¿Eres tú la...?
-¿Yo? ¿Aún no entiendes, niña?-dijo la voz (ahora con rostro) de manera estremecedoramente burlesca.- YO soy tú... o más bien, lo REAL que eres tú.
-¿Qué? Voz, no me asustas. Tú no puedes ser yo.
-Claro que lo soy... más bien, tú eres la cáscara que construyes para no volver a mí.
-...
-¿O piensas que todos esos sentimientos que "afloran en tí"-dijo la voz imitándola- son reales?
-No dudes de lo que siento por--
-Tú no sientes, niña. Tú mientes, tú actúas... tú te convences de que quieres algo y convences al resto de que es la verdad. Tú no eres real. Tú no estás viva.
-Cállate...-dijo ella, tapándose los oídos otra vez y alejándose del espejo.
-¿Por qué, si soy tu voz hablándote desde el vacío que tienes en el pecho?
-Cállate...-dijo más fuerte.
-¿Para qué, si siempre vuelves a mí para que te diga exactamente lo mismo?
-Cállate...-dijo casi gritando.
-¿Y qué ganarías si lo hiciera?
-¡CÁLLATE!- terminó aullando ella, girando la cabeza de un lado a otro, negando todo lo que había oído.
Como si alguien fuera a confirmarle la mentira de esas palabras.
Cerró los ojos, sintiendo cómo las lágrimas se formaban en sus ojos...mas pronto se sorprendió de que no había nada en ellos queriendo caer. Los abrió, y destapó sus oídos.
-¿Voz?
Nada. La nada absoluta.
Y ella sola. Sola.
Buscó con la mirada en la insondable oscuridad algún sitio de donde emanara de nuevo esa luz mortecina de un rato antes (de ella, claramente, no volvía a salir), o el espejo.
Pero mientras se giraba, sintió que una mano la tomaba de la barbilla y fue capaz de ver, con espanto, que la voz y ese rostro burlón estaban a un palmo de su nariz.
-Entiende... estás muerta... porque no sientes ni sentirás nada jamás...jamás...
La voz terminó en risitas burlonas, mientras ella no podía gritar su horror.
Era su cara.

viernes, 3 de septiembre de 2010

(inserte nombre)

Estaba harto.
Harto de su ingenuidad inventada, de su tripolaridad, de su asfixiante presencia. De que creyera que todo giraba en torno a ella.
La odiaba. Con todo el cuerpo. Le repelía tenerle cerca, el verse forzado a besarla, a tocarla, a mirarla siquiera.
La aborrecía. Lo único que quería era que se la tragara la tierra, que le pasara un auto encima, que... cualquier cosa, pero que desapareciera de su vida.
Pero no podía. No aún, al menos.
Mas...
Estaba ahí, al lado suyo, más indefensa que nunca. Durmiendo, como un cachorro desvalido...
Pensó en lo que le esperaría: juicio, cárcel, quizá una violación en las duchas...
Le daba igual, eliminar esa lacra del mundo lo valdría.
Sobreponiéndose a su asco, se sentó sobre su vientre, sellando sus piernas con la presión de de las propias. Buscó sus manos, y las unió sobre la detestable cabeza.

Ella lo miró a través de los ojos entreabiertos, no entendiendo nada. Los cerró de nuevo, dejándose hacer... hasta que sintió que sus muñecas eran estrujadas de forma demasiado violenta. No entendía nada, recién habían dejado de jugar esos juegos sádicos a los que siempre terminaba sometida, todo para no ver en él esa misma locura que la aterraba tanto. Si no fuera tan frágil...

Notó que había abierto los ojos, pero ya estaba decidido. Con la mano libre que le quedó, agarró su cuello, y presionó, presionó, hasta que sus yemas quedaron blancas mientras el cuello enrojecía y la perra a la que pertenecía jadeaba, tratando de librarse de la garra que la estaba ahorcando.

Se revolvió, sintiendo sus piernas atrapadas, su vientre aplastado y sus brazos inmovilizados (¡si no fuera tán frágil!); y sintiendo que la presión subía y subía, que no podía respirar, que no podía librarse... Y no entendía, no entendía...

Presionó hasta que sintión que la resistencia en los brazos bajaba ostensiblemente, momento que aprovechó para soltar el agarre de las muñecas y reforzar el del cuello. No faltaba mucho.

Trató de abrir los ojos, quizá inyectados en sangre, para ver ese rostro y tratar de descifrar por qué, por qué...

Sintió un último intento de liberacción, y aferró más aún el agarre. Lo mantuvo, al igual que su respiración, unos momentos más.
Y se sintió libre.

domingo, 29 de agosto de 2010

Estaba loca


Estaba loca.
Con esa mirada maníaca, con ese aire de demonio en cara de ángel, con esos pies siempre azules porque jamás toleraban zapatos; con esos brazos flacuchos que parecían ramitas secas.
Estaba loca, y corría por la casa, riendo como endemoniada; yendo a saltos por el corredor, tarareando canciones de cuna, meciendo un bulto imaginario, resguardando su vientre de cualquiera que se le acercara para darle la medicina.
Estaba loca, no se sabía por qué; estaba loca y les daba lo mismo. La conciencia en ella se había quedado estancada en unos ojos que nunca volvieron.
Estaba loca, y reía, reía, sólo para no largarse a llorar y secarse como pasa. Estaba loca, y saltaba en las hojas secas que caían del único árbol de la casa, ése que ella, loca como estaba, había impedido que cortaran gracias a haberse trepado por días, vociferando incoherencias y clavando esa mirada tan clara, tan prístina que dejaba traslucir terroríficamente el tormento que la trastornaba.
Estaba loca, y en las noches, sólo algunas noches, parecía recobrar la cordura, apareciendo con un vestido raído y un cintón torcido en los cabellos enmarañados por la sala (descalza siempre), musitando frases hechas y cumplidos añejos a gente inexistente. Buscando a un doctor, a un destacado psiquiatra que había partido quién sabía cuando, llevándose todo lo que en su interior se guardaba, dejándole sólo la locura a cambio.
Pero sólo eran algunas noches, así que pronto el desvarío era mayor que los recuerdos y en ella se desataba de nuevo el torbellino, que la hacía deshacerse de todo lo que llevara encima (razón incluida) y la incitaba a correr nuevamente por los pasillos, desnuda si sentía demasiada opresión, y a gritar, gritar... con esa sonrisa macabra entre los labios y los ojos inyectados en sueños rotos.
Estaba loca.

sábado, 21 de agosto de 2010

Declaración de principios I

Me da rabia que encasillen a la gente y la molesten por lo que opina; más aún si cambia de ella. No es justo, no es limpio y hace daño el creerse ser el dueño de la verdad.
En este mundo (por decir lo bajo) hay una opinión distinta por cada persona -y sacando promedios-, lo que es totalmente acorde con el mero hecho de considerar que somos todos diferentes; no sólo feno y genotípicamente, sino también por el entorno y la historia de cada vida.

Me molesta, me enfurece, me empelota que juzguen a alguien por sus opiniones, legítimamente diferentes; más aún, que se aprovechen de las "raigambres familiares" al momento de inculcar casi por costumbre ciertas ideas o gustos. Quizá sea por el hecho de que en mi casa siempre se toleró una diversidad de opciones y opiniones y se procuró no imponer limitaciones o sesgos al pensamiento, pero lo cierto es que en aras de esa misma libertad de creencia es que se suele levantar mi switch de defensa de cualquiera que sea herido por ese tipo de susceptibilidades; más aún cuando se actúa en ellas de forma gregaria y sin poder razonador o crítico real.

Eso. Por lo mismo, aquel que sea molestado/herido/atacado en masa o derivaciones, no dude en avisarme o pedir ayuda, que para eso (y un café conversado) siempre habrá tiempo.

martes, 17 de agosto de 2010

Lo que importa

¿Ves la foto? Linda, ¿a que no?
Estamos los dos, tranquilos, felices... no radiantes, pero felices.
¿ves lo que realmente importa en ella?

Hay veces en que nos dejamos arrastrar por pasiones irrefrenables, por deseos ciegos; por temores irracionales y por carencias desgarradoras.
Pero ello no nos puede hacer flaquear en el punto más importante de todo.

¿Me quieres?, preguntas. Y más allá que eso sea casi rutina para decirnos un rosario de cosas para nosostros importantes y que para el resto no sería más que cursilería pobre como sopaipilla de carro, deja ver ese viso casi imperceptible de terror a que algún día te respondan "no" en serio, que ya no sea parte de la jugarreta, sino que sea la cruda y triste verdad.

¿Me quieres?, preguntas. Y muchas veces ya no hay formas eficientes para decir, para demostrar que las cosas van más allá que el cariño. Que van en un punto en el que la necesidad misma de cubrirte de afecto se ve reducida al absurdo frente al legítimo temor de ver esa carita con atisbos de dolor. Que el fin último que se persigue no es la perversión ni la experimentación (considerando el año) , sino la genuina intención de hacer al otro feliz, de colmarlo de cariño y hacer que la mirada esté siempre iluminada, que la sonrisa sea verdadera y que los formalismos y paradigmas se vayan al carajo bien lejos para que lo que realmente surge pueda crecer y ser fuerte.

¿Me quieres?, preguntas, y tus ojitos brillan. ¿Me quieres?, preguntas, y tus labios incitan a no responder con palabras. ¿Me quieres?, preguntas, y tus brazos estrechan, como si temieran que lo que tienen atrapado pretenda huir. ¿Me quieres?, preguntas...

Y no respondo, porque aunque te tranquilice oírlo, prefiero demostrate cada vez que sea posible que así es... así y mucho más es...
Porque las palabras no son necesarias; sí los gestos y las miradas, que entre nosotros abundan. Sí lo son los guiños, las risas, los silencios... la complicidad que cada vez más aumenta conforme nosostros mismos le vamos añadiendo misterios, mientras los vamos paradójicamente tratando de desentrañar...

¿Ves la foto? Linda, ¿a que no?
¿Puedes ahora ver lo que es importante?

jueves, 29 de julio de 2010

Vicios

Estoy enviciada.
Y no puedo detenerme.

Me da igual el tiempo, el frío, el sueño, el cansancio.
No puedo despegarme de aquí.
De esto, que me cautiva, porque a estas alturas es impredecible.
Ja! Y yo que creía que no iba a sorprenderme de nada. Si a fin de cuentas, ya te había probado antes. Ya había sido informada de todo lo que a tu respecto ocurría...pero no. Te has llevado mi sorpresa por delante, y ni siquiera la conciencia de que tengo mil cosas que hacer, de que tengo responsabilidades a mi cargo, de que no es sano estar contigo, que es más que riesgoso seguir así, a este ritmo...
No puedo dejarte.



(Oh, por la pachamama, benditos sean los mangas y las vacaciones!)

sábado, 17 de julio de 2010

De cassual por la vida


Vas así, caminando, sin preocuparte de por dónde vas. Este momento es sólo de nosotros.
Y vas, ignorando que dejas una huella en cada persona que conoces; una marca en cada ser humano que se cruza en tu camino, al que ayudas o al que hieres, pero al que no dejas indiferente...
Vas, tranquilo, como diciendo...¿a qué te apuras?
Y no te digo nada, nada... porque si fuera y te dijera que busco grabar a fuego esto en mi memoria; que quiero disfrutar cada instante que te tengo, para traerte a mi lado cuando ya no estás, te reirías de mí, como diciendo para qué... si tenemos la vida por delante...
Y vas así, de cassual por la vida, como quien no quiere la cosa... mientras esta loca de patio te mira, te mira y se ríe... y se ríe siempre... por estar feliz.

Inet

Gozo de robarle internet a mi padre de su blackberry todos los fines de semana, desde las 8 pm aprox del sábado hasta la misma hora del domingo, momento en que debo devolver el aparatejo sí o sí porque hay que preparar la once y después de eso se va a su casa. Ello, contando que debo entregarla intermitentemente por alarmas, llamadas o simple cargo de conciencia.
Por ello es que encuentro tan genial la idea de contratar inet para mi casa, aunque sea por una conexion wi-fi trucha con un vecino que no conozco y que en mi perra vida pensé que iba a necesitar. Pero bueno, aquí estamos, esperando que su propia conexión vuelva para probarla (mientras yo sigo con la querida BB)
Todo esto, nada más que para plantear la idea de cuán complicado es vivir lejos sin poder conectarse con el mundo. Y eso que yo no requiero grandes informaciones, ni el mundo necesita de mí. El solo hecho de no tener idea de cómo está la gente cuando no los veo y se me acaba el saldo del mes del celular (que desde hace muy poco tiempo sospechosamente no me alcanza ¬¬), o de no saber que subieron material o-ahora que estamos en exámenes en la U- de no poder plantear dudas de último minuto o derechamente desaburrirme o desestresarme leyendo idioteces, marca una diferencia importante; una carencia no trascendental, pero sí incómoda.

Espero que esas negociaciones truchas que está haciendo mi padre - en las que buena parte de culpa tengo yo- resulten; que yo no me pegue como lapa al compiu post conexión y que algo bueno salga de este esperado fin al aislamiento virtual, que para el físico faltan años. Tantos, como los necesarios para ser independiente económicamente y vivir sola o con alguien más.
Amén.

lunes, 28 de junio de 2010

De vuelta

Hace días que quería escribir. Algo, nada, lo que sea. La musa viene y se va a su antojo, sin permitirme siquiera interrogarla con la mirada.
Hace frío, ya, a estas alturas. Y acaba de comenzar el invierno.
Debería estudiar. A fin de cuentas, en un día comienzo los exámenes. Tercer año ya. Quinto semestre. La mitad de la vida académica universitaria estandar. Y yo sin saber hacia dónde me lleva la vida.
Hago planes, sí; descabellados, ilusos, con una base tambaleante sólo por el hecho de no poder sustentarse en el tiempo, más allá de que las intenciones sean puras y fuertes, como debieron haberlo sido desde un comienzo.
Pero la mera voluntad no significa que se vayan a cumplir.

La familia se disgrega y se une por caminos tan extraños que ya ni siquiera me doy el trabajo de entenderlos. Los quiero, solamente.

Los amigos se envuelven en neblina, porque ya no sé por qué derroteros van. Unos me evitan dolorosamente; otros se alejan deliberadamente; allá ellos, verán qué hacer mientas tanto, aunque siempre mi disposición estará con ellos para cuando necesiten una mano, un hombro o un abrazo.

Los amores se ensanchan, se forjan, se endurecen. Crecen y maduran, avanzan a paso firme y potente. El corazón se fusiona dulcemente con el alma, y ésto con el cuerpo, que se funde con otro que siente lo mismo que el propio. Sutilezas más, sutilezas menos, es el camino que se escoge de a dos, de a tres o de a cuarto, según sea la cantidad de personas que esconden un cuerpo o una mente.

Divagaciones varias, que eluden la real inspiración, ésa que no llega por tratar de cederle el puesto a la responsabilidad, mientras ésta se va de viaje junto a la razón cediéndole paso al cariño, a la añoranza y al deseo.

viernes, 18 de junio de 2010

caracol!

"Soy un caraco, mi casa es mi caparazón..." es un trozo de la canción que jhe tenido pegada toda la mañana. Y es divertido, porque me encantaría ser -ahora- un caracol: tranquilito por la vida, que si tiene frío se embute en su espaldita y se acabó el cuento.
Un caracol no tiene que preocuparse por pruebas, ni por dramas existenciales, ni por acosos ni nada; con suerte, de que una humana no lo lance sobre las hormigas o de que lo pisen a mitad de la vereda.
Quiero ser un caracol hoy. Salvo por el hecho de que no puedo sacar mis antenitas al sol, porque está lloviendo a cántaros...

lunes, 24 de mayo de 2010

Confesión

Es en esos momentos en los que el silencio no es opcional, sino opresivo, en que nadie más está despierto o cuando estoy descansando del estudio, que mi cabeza me juega malas pasadas. Y es que la imaginación es más tétrica que jugosa, y en vez de llevarme por senderos de malpensadez, jugoseo, teatros mentales (amorosos, subentiéndase) u otros por el estilo, deriva por el sadismo y la crueldad de la que reniego en cuanto tengo oportunidad, y me lleva de paseo por las peores tragedias imaginables, despertando -obviamente- las alertas de manera instintiva y casi paranoica.

Y es terrible, porque me da miedo incluso el abrir los ojos (si estoy durmiendo) o el mirar hacia los lados o por las ventanas (si estoy estudiando, y ni pensar en entrar en algún lugar con las luces apagadas... menos donde haya espejos o algo en lo que me refleje), y ni así se disipa el temor. Aguzo el oído al extremo de que cada sonido me pone más y más alerta y saltona, generando nuevas oleadas de tétrica inspiración para mi sádico inconciente.

Eso, además de los temores innatos y estúpidos que tengo (que otro sismo, que un robo, que... mil y un tragedias que reniego por el hecho simple del llamado a la tragedia que siempre ocurre) implica una sensación permanente de peligro mientras sea la única despierta en mi entorno, aún sabiéndome acompañada por el conjunto durmiente de toda mi familia alrededor.

Me imagino mil y un cosas que no ayudan a la paz mental, y soy incapaz de frenarlas una vez que se han desatado en mi cerebro... siguen su curso propio, y no acaban sino hasta que me duermo - nada más que porque escasamente recuerdo lo que sueño, y si lo hago, frecuentemente son sueños o muy muy felices o muy extraños que me dejan en las dudas- o hasta que me voy a dormir con alguien más (léase mi madre :D)

Pero el estar acompañada no sirve de nada si el origen de mi terror está en mi cabeza...

domingo, 18 de abril de 2010

If...

Hay un pedacito de canción que me encanta, a decir verdad. Dice -traduciendo, obviamente- :"si me tendiera aquí; si sólo me tendiera, ¿te tenderías a mi lado y te olvidarías del mundo?"

Si lo pienso detenidamente, en realidad ¿cuánta gente así lo haría? Y no por el hecho de estar cansados, ni de que se les ofrece la oportunidad de tirarse a hacer nada. ¿Quién querría realmente tenderse junto a mí y dejar pasar el tiempo, confortado por la presencia mutua solamente?

Hay veces en que puedo resonderme eso, con una sonrisa traviesa; otras, con un dejo de melancolía.
¿Quién, dentro de las circunstancias actuales, querría olvidarse el mundo? Eso, porque siempre estamos pendientes de todos, de si están haciendo o necesitando algo nuestros seres queridos, o si debemos hacer algo para algún trabajo o para la misma U, en mi caso. ¿Quién, conciente y voluntariamente, querría tenderse a olvidar al resto, conmigo?

He de admitir que es una idea que me enternece, al mismo tiempo que me complica, porque la influencia de este deseo no se restringe a un sólo ámbito; mientras más personas queribles haya, más personas tendrán a alguien junto a sí,. para tenderse a olvidar el caos en el que estamos insertos.

sábado, 3 de abril de 2010

...

Es extraño, porque tuve un día genial; estudié un rato, salí al cine con mi mejor amiga, comí una once exquisita, hablé de todo y me enteré de todo...
y aún así, siento unas ganas enormes de echarme en la acama y largarme a llorar.

Quizá es porque extraño cosas. No sanas, no coherentes, pero que son necesarias igual.
Tengo unas ganas horrendas de llorar, de llorar... de hacer un río que mane derechamente de mis ojos, que se lleve todo lo que siento tan pesado dentro mío; que se lleve los temores,las aprehensiones, las culpas... que se lleve todo, y que me limpie de una vez.

Quiero volver a ser alegre, sincera, confiada; quiero dejar de ver el mundo a través de un filtro que no soporto, que no quiero, que no aguanto. Ya no quiero mentir más, parar de mentirme más...

Quiero un abrazo de esos que calan hodo, que recuperan, que demuestran que se dan con afecto; no ésos que son sólo armazón ósea.
¿Alguien por ahí me querrá querer?

jueves, 25 de marzo de 2010

Mausoleo

Te tenía en un lugar muy bonito y sobrio. Estabas allí, cubierto del mejor mármol, con la estatua de alabastro más acabada que hallé en tan poco tiempo. Tenías una tumba muy bella, ¿Sabes? Así te mantenía encerrado en un lugar que evocara los mejores recuerdos, las situaciones especiales, las palabras dichas quizá a destiempo. Te tenía muerto, y bien muerto. Y más enterrado aún; en un lugar en el que el sentir jamás saliera a flote, jamás me estremeciera.
Pero vino ese terremoto del demonio, que hizo que las cúpilas que cubrían tu cielo se cayeran, que el mármol se rompiera y asomaras allí, de nuevo, volviendo del infierno al que te deseé enviar tiempo ha.
Y volviste, y los temores que había enterrado contigo surgieron; y nació de nuevo la inquetud, la duda, la inconciencia. Volví al estado primigenio una vez derrumbado ante mis ojos el sitio que tenía sagrado para rendirte respeto, pero ya no más cariño.
Y se cayó, se partió en mil pedazos, que se esparcieron entre mis pies cuando todo bajo ellos se movió con violencia...
Te tenía en un lugar bonito, ¿sabes? Pero no sé si pueda volver a construirte algo así. No sé si mi pecho se vuelva de hielo otra vez, o si los recuerdos acuñados contigo tengan la suficiente fuerza como para volver a sepultarte bajo el mármol que, por muy blanco y puro que sea, no dejará de ser tan frío como tu mirada, ésa que se regresa a atormentarme cada noche después de que se moviera el piso.
No sé si quiera de nuevo llorar en cada ladrillo que te vaya cubriendo, como lo hice en su momento. No sé si tendré paciencia para construir tu recuerdo. No sé si me alcanzará el cariño para que descanses un poco, o si sólo será la costumbre la que me haga moldearte una cárcel de por muerte.
Este terremoto remeció lo más hondo. Pero también removió mi cabeza.
Quizá me harte de todo y te mande derechamente a una tumba corriente, entre los pabellones. O a la fosa común, donde no tendrás ni siquiera alguien que te vaya a poner flores.
Porque ya nadie -ni siquiera yo- sabrá de tí jamás.

lunes, 22 de marzo de 2010

A veces...

A veces desearía estar ciega un rato, para no tener que mirar a los ojos a nadie; para no tener que ingeniármelas para sostener una mirada que quema, que juzga... que hiere.
A veces quisiera estar sorda, para no oír la voz que me confunde, que me daña en su silencio o que me ignora en sus palabras.
A veces quisiera estar muda, para que realmente las palabras no las pudiera expresar, para que los silencios circunstanciales lo fueran por fuerza de las cosas y no por fuerza de la culpa o el terror.

A veces quisiera ser todo eso junto.
Ahora es una de esas veces.

jueves, 18 de marzo de 2010

...¬¬**

Estoy chata, chata, CHATA del mundo. Hoy, por mí que se desaparecieran todos de la faz de la tierra. Estoy emputecida desde ayer, que los vi a todos, y no me explico aún el porqué, y quizá tampoco sea algo que me importe. El punto es que me siento total y absolutamente excluída de todo; colgada hasta en los más nimios puntos, y el ver a la gente me repele, me asquea, me molesta por mucho que los extrañe. Siento que cada vez me estoy quedando más y más atrás, que ya no avanzo siquiera al ritmo; que ya no tengo.
Quiero mandar todo a la mierda, que todo se diluya, que pierda la memoria y sólo recuerde lo académico y a tres o cuatro personas, con suerte. Quiero que todos desaparezcan; no tener corazón ni estómago, o ser una roca y ser capaz de no pensar siquiera en ellos. O derechamente no pensar.
Aislarme, yo, la que le tiene pavor a la soledad; salir de aquí y mandarme cambiar a donde sea, pero lejos de todo.
Me estoy volviendo loca, probablemente.

martes, 12 de enero de 2010

...(Sin) Memoria IV...

A veces me vienen retazos descoloridos de cosas que –supongo- son mis recuerdos. Siempre son con alguien a quien no distingo su rostro y su voz es un tanto distorsionada. Lo malo es que siempre que vienen estoy dormida y despierto llorando desconsolada. Siempre se me viene a la cabeza un nombre que olvido apenas abro los ojos. Y cuando lo evoco, me duele el pecho. ¿Quién será?

El otro día vino el que iba manejando el auto. Tenía yeso en un pie, así que venía con muletas. En cuanto me vio palideció, así que temiendo que algo malo le pasara traté de levantarme de la cama para sujetarlo, pero un pinchazo en el brazo me recordó el suero, por lo que debí quedarme allí. Se acercó lentito, mirándome con esa mirada que he aprendido a reconocer como con culpa, y me abrazó con fuerza. No supe de mutuo propio quién era, pero el mero contacto con sus brazos me hizo acomodar automáticamente en su hombro, como si estuviera habituada a hacerlo. Abrazarlo me hizo sentir muy bien, he de reconocer. Me hizo sentir querida y no compadecida, como hasta ahora. Me pidió disculpas, que yo rebatí con los escasos antecedentes que contaba. Me miró, soltándome, y sonrió. Y fue la primera vez que vi ojos reírse también. Sentí que era una persona buena, y que era alguien a quien quise mucho antes de olvidar. Pero su nombre no me fue familiar, como esperé.
Habrá que esperar.

jueves, 7 de enero de 2010

...(Sin memoria) III

-¿Me quieres?-preguntó ella, con tono juguetón.
-¿Lo dudas?
-No me respondiste…
-… No. No te quiero.
-¿Entonces?
-Yo te amo, que es diferente.
-… ¿cuánto?
-¿Tengo que responderte eso?
-No si no quieres…
-Te amo demasiado como para limitarlo con palabras…
-¿Tanto así?
-Sí, mi niña…
-…
-…
-¿Qué harías si perdiera la memoria?
-¿Ah? ¿Y eso?
-No sé, si algo me pasara… ¿serías capaz de comenzar todo de cero, por mí?
-Por supuesto –dijo, besándola-, eres lo más importante que tengo…
-¿Auque hubiera pasado algo entre nosotros que hiciera que me odiaras, o que yo lo hiciera? ¿Aunque hubiéramos terminado con todo esto?
Él no respondió.

miércoles, 6 de enero de 2010

...(Sin memoria)... II

No podíamos creerlo, en cuanto el médico salió del box donde la tenían. Además de magullada, herida y quizá fracturada… ¿amnésica?

El doctor nos dijo a nosotros primero, su familia aún no había llegado. Había despertado de una vez, pero era incapaz de decir ni su nombre siquiera. Ojalá fuera temporal, nos dijo, pero aún no tenían diagnóstico certero. Habría que hacer exámenes y otras cosas, pero no se podía hacer mucho por ahora, salvo dejarla descansar.

Después de repartirnos entre los varios heridos por el choque, tuvimos que contener a su familia (para la mayoría de nosotros desconocida), que salió del box deshecha, casi tan en shock como ella misma.

Cuando por fin nos permitieron entrar (de a uno, recalcó la enfermera, cosa que no hicimos caso), la vimos –quizá- más frágil que nunca en la vida. Parecía pajarito; abrazándose temerosa, con la cabeza vendada y suero en los brazos, mirándonos con cara de pregunta, como queriendo leer en nuestros rostros lo que ella había olvidado. La saludamos, temiendo abrazarla, diciendo nuestros nombres como si con ello le prendiéramos un chispazo a su cabeza. Salvo el hecho de que con algunos dio respingos, lo único que nos pudo devolver fue una sonrisa inocente, y una disculpa avergonzada, como si considerara que el no poder recordarnos fuera una afrenta para nosotros más que un daño hacia ella.

Varios no quisieron entrar. Que por prudencia, que entro más rato, que los cubrimos… excusas fueron muchas. Quizá fue por el hecho de que verla así, como una niña pequeña, desvalida e indefensa, veían el origen de su propia fragilidad encubierta, la materialización de sus peores temores: el olvidar todo lo vivido.

domingo, 3 de enero de 2010

...(Sin) memoria...

Muchas veces miro por la ventana siempre pulcra desde mi camilla. Ésta, que se ha vuelto lo único estable y conocido dentro de esta marejada de cosas que no entiendo pero suponen todos que sí. Desde aquí se ve ese árbol de flores lilas, jacarandá dicen que se llama, que crece alto y bello en medio de toda esta mole de cemento, gritos, llantos y olor a desinfectante. Me ayuda a olvidar que he olvidado todo.

Dicen que fue un accidente. Lo más seguro es que sí, a estas alturas no me queda más que asumir lo que buenamente me expliquen. El problema es que no logro encajar muchas de las piezas. O yo dentro de ellas, que abundan.

Dicen que fue un choque; que quien iba manejando no tuvo la culpa, que fue por un tarado que no respetó una luz roja, vaya una a saber… que los otros pasajeros del dichoso auto salieron heridos, pero que lejos la más perjudicada fui yo… que -¡niña, por Dios!- no tenían idea de qué pasaría conmigo ahora, salvo que el tratamiento diera resultado pronto para no perder todo el camino que llevaba avanzado… que para mi carrera… que esto, que lo otro…

Lo más cruel de todo esto es que no reconozco a quienes me solían rodear, y que por ello les hago mucho daño. Aprendí a llamar como mamá a una mujer menuda, que la vi por vez primera después de… de esto, llorando a mares y visiblemente destrozada cuando no supe decirle quién era. Aprendí a decirle hermana a una chica hosca, pero que se notaba afectada. A decirle papá a un hombre de pocas palabras, que no sabía dónde poner las manos, como si temiera dañarme aún más si me abrazaba. Aprendí los nombres de algunos chicos que dijeron ser mis amigos, pero que –más allá de una simpatía innata o un temor irrefrenable- no me generaron ninguna otra sensación… ni recuerdo. Esto de la amnesia no es para nada agradable.