lunes, 26 de diciembre de 2011

Ñe

Sip, de a poco me voy volviendo grinch de propia voluntad. Y es que al final de todo, de una vez la cara interna, que trataba de no ver, está saliendo. Voy aprendiendo cada día más cuan víbora puedo ser, cuan rencorosa y mala clase. De a poco voy enfrentando el hecho de que la ternura que dicen que tengo no deja sino de ser una muy coherente máscara de protección (y que debo reconocer, bastante elaborada.) Si mi temor es quedarme sola, la mejor manera de no quedar desvalida es causar una impresión tal de indefensión o de idiota compasión, para lograr un propósito trunco. Pero esta objetivación del por qué negaba siempre tal calificativo llegó de forma más fría de lo que había esperado.
Sí, me aíslo, y si bien por un lado tengo la firme intención de mandar a medio mundo al carajo- no porque hayan hecho algo malo; en esencia todas esas personas son buena gente- porque me desagradan, me molestan, me empelotan que sean tan happys y tan puros y tan empolvados en polvo rosa, hay otra parte que los echa de menos, porque en algún minuto compartió con ellos y se sintió relativamente cómoda y feliz en tal entorno.
Sin embargo, por muy "pasajera" que se espere que sea esta reacción, la realidad va tomando otro cariz. De verdad estoy dividida en esas dos partes, y la primera va ganando nada más que por mi favoritismo por ella. A ver si acaso soy capaz de verdad de ser indolente; ver qué tan lejos puede quedar el odio y el rencor mayoritariamente injustificado...

Quizás en verdad no deja de ser sino otro patético intento de ver a quién en verdad afecta que esté o no.  Por lo pronto, no guardo grandes esperanzas. Sólo una sensación de exhibicionismo, al declararlo abiertamente acá. Total, ndeja de ser un mosquito escondido tras una cortina. No incordia a nadie.

Una Mujer

Una mujer es de sol y de ceniza.
No sabe medir la distancia ni dimensiona bien las cosas.
Todo se está alejando para ella.
El presente se le vuelve pasado tan vertiginosamente que necesita hablado y afirmado para que se le vuelva tangiblemente realidad.
Por eso una mujer pregunta lo mismo muchas veces: porque sólo superponiendo las respuestas con la carbonilla indeleble de la repetición para que éstas coincidan, consigue acuñar una respuesta: monedita que atesora.
Ella es la playa de donde todo parte: el mar, la vida, el diario viaje del hombre y de los hijos.
De ella nace todo ... y no le pertenece nada.
Ella siente que su misión es dar: partir el fruto, abrir los pétalos dulces de su corola, y recibir le provoca culpa.
Quisiera ser un puerto de llegada, y es un puerto de paso, de partida.
Es el mundo el que gira loco por sus venas. No lo alcanza, sin embargo, porque está esperando y tiene miedo de irse y de que no la encuentren. ¿ Y si llegaran cuando yo no estoy? Una mujer es una vestal que cuida el fuego y guarda los recuerdos.
Nunca ha tenido algo completamente. Hasta su cuerpo es una duda que sangra cada mes, dejando huir un sueño o un temor o una esperanza ...
Es una orilla que no puede detener el río: lo acompaña en el instante de su paso y ni siquiera sabe si el espejo del agua se ha llevado su imagen.
Por eso una mujer necesita que se le digan todas las palabras del amor. Que se las repitan una y otra vez, así, al desvanecerse el primer sonido otro nuevo sonido se las entregue, enteras.
Y entonces ella será la caracola casi mágica que guardará en su interior el murmullo del agua del océano.
Una mujer tiene que pedir. Si no pide, se olvidan de darle.
y cuando le dan porque ella pide, recibe con dolor.
Pero no puede prescindir de todo, y aunque pedir la humille, pide, pide, pide siempre.
Y pide mucho para que no dejen de darle un poquitito.
Igual a los perros abandonados en la calle, que responden a cualquier silbido, ella sigue al que la llama con un retacito de ternura.
Le parece que crece con apuro, pero siempre está igual, desvalida detrás de su armadura de segura o de indiferente.
Una mujer no sabe perdonar porque no tiene acceso al olvido.
Desde niña le han ordenado: "No te olvides", y ella pensó que no tenía que olvidarse de nada. Y cada dolor está en ella tan crudo, tan vivo, tan presente, que para aliviarlo tiene que vengarse.
Casi nunca cuenta cuál es su venganza, porque teme ser castigada.
¡La han castigado tanto ya!
Sus venganzas, tontas, sutiles o monstruosas, son su único secreto. No se las confiesa a nadie.
De nada serviría entregarlas a alguien que las volviera en su contra, como acostumbra a usar en contra de los otros las cosas la gente que las conoce.
Una mujer imagina tan violentamente, que es como si viviera lo que imagina.
Ve cine en el techo de su cuarto y es la protagonista de películas que ninguno sospecharía.
Tal vez sea ella misma solamente cuando se sueña, se inventa, se sumerge en ese cine solitario de su pensamiento.
Y a veces, ese cine solitario de su pensamiento es el único pensamiento sobre ella que rueda por el mundo ...
Las largas horas de la soledad le han impuesto su título de solitaria, de soñadora, de inventora, de creadora de irrealidades que son su precaria realidad posible.
¿A una mujer quién la nombre, quién le dice su nombre? Casi nadie.
Podría ser cualquier mujer y no ella en el momento más hondo del amor, cuando el hombre le dice "amor", le dice "corazón", le dice "cielo" ... pero no le dice su nombre, el nombre que la dibuja, que la colorea, que la recorta de las fotografías.
Una mujer casi nunca está entera. Fue haciéndose de a poquititos y también se morirá de a poquititos.
Porque una mujer no es una fruta que se desprende de pronto del árbol, como los hijos, como los hombres. Es una flor que se va deshojando pétalo a pétalo, avergonzándose de su sufrimiento pero aceptándolo como un rito, como una obligación ineludible o una maldición ancestral.
Una mujer está expuesta y casi siempre en carne viva, cicatrizando.
Tapándose las heridas para que no le echen vinagre sobre ellas.
Los hombres no pueden resistir la tentación de echar vinagre en las heridas, y ponen la excusa de intentar curarlas así. Por eso justifican las luchas, las guerras, las competencias despiadadas y crueles y las tildan de necesarias o beneficiosas ...
Una mujer, aun derrotada, deshecha, desahuciada, arremete igual.
Vuelve a empezar..
Vuelve a repetir los gestos del amor, de la. desolación, de la espera, de la pérdida, de la despedida, de la credulidad, del asombro.
Y repite las mismas preguntas, una vez, mil veces, un millón de veces, aunque la respuesta no sea la buscada, la esperada, la necesitada, la que la resucite o la haga brillar como un cocuyo emergido del césped mojado del verano, como una lentejuela rápida del traje de la bailarina.
Y seguirá preguntando incansablemente, insaciablemente. Seguirá preguntando: " ¿ Me querés?" " ¿ Me querés ?" "¿ Me querés?".



Poldy Bird

miércoles, 19 de octubre de 2011

Fin de semestre

Hoy terminaron de subirme las puñeteras notas de los exámenes que faltaban. Para variar, un asco, pero el tema central no es el rendimiento académico cuma que tengo ahora.
Este semestre que se ha hecho eteeeeerno ha dejado en claro que no, la vía fácil definitivamente ya dejó de favorecerme. No significa que ahora todo sea el fruto del sudor de mi frente, porque sinceramente no lo ha sido, pero de ahora en adelante eso es condición sine qua non para que las cosas me resulten.
Voy por la vida con esa dualidad de que todo tiene que salir bien y que tengo que pensar positivo para que las cosas pasen como tengan que pasar, pero para bien; y por otro esa tendencia masoquista brutal de como si quisiera que todo fuera un asco, como si quisiera adrede sentirme como un bicho rastrero.
Depende del día, del momento, del viento o de las alergias que van deambulando, pero como sea, este semestre se me ha hecho -por lejos- el más duro de todos, en cuanto sentido haya existido para interpretar.
Lo malo, volví a la soltería, la ilusión de la ayudantía que quería se fue a las pailas y, en verdad, mucho no aprendí, por estar preocupándome de ayudar para no ser un estorbo, estorbando en el proceso, claramente. Pero lo bueno es que me dejó en claro quienes son los imprescindibles, los reales...ah, y qué quiero hacer profesionalmente, al menos si me resulta de abogada, que si no, la microempresa de manualidades está igual. A coser se ha dicho.

Pero se acabó, se acabó...
Espero que el próximo, sea cuando sea que lo curse, sea más decente. Al menos, académicamente debería serlo, porque el precedente anterior (shiaaa) así lo demuestra.
Ojalá.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Corazón en la mano al habla

No podía seguir leyendo fallos de penal, ni mucho menos, ponerme a estudiar tributario, así que decidí darme el tiempo de la once para ver las páginas de ocio habituales y revisar esta cosa, a ver si encontraba algo decente o que me subiera el ánimo.
Y no, desafortunadamente no. Me topé con que si escribo cuentos, siempre son de locos o muertos o heridos o suicidas. Que si escribo pensamientos, siempre son trágicos, o por pena, ira o despecho; que las pocas entradas lindas, que en verdad hice feliz, fueron por sentimientos que ya no están y que-debo reconocer- temo que no volverán en mucho, mucho tiempo.
Y tengo terror a seguir releyendo entradas hacia atrás. ¿Tan deprimente soy? ¿Tan traumada estoy que no puedo inventar nada feliz? ¿Tanto pavor le tengo a estar sola?
Me deprime horriblemente el no ser capaz de dar vuelta la página de algo que tan claro tuve desde el principio; estoy tan aburrida de sentir el nudo en la garganta cada dos por tres y definitivamente no quiero bajo ningún aspecto terminar odiando o enrabiándome con alguien que no tiene la culpa de nada.
Lo peor es que teniendo las cartas en la mesa, soy incapaz de coger una y poder seguir caminando tranquila y en paz. Es el orgullo malsano al que le gusta picanearme pensando en que ya no le importo a quien en verdad no debería importarle; de que sigo quemando neuronas en alguien que no debo y que, por sobretodo, malgasto el tiempo del resto cayendo en lo mismo una y otra vez, siendo un lastre más que un aporte.
Ese afán masoquista que no consigo sacarme de encima hace que añore cosas que no pasarán, pero que tardé tanto tiempo en planear que -en la cabeza retorcida que tengo- casi fueron palpables al momento de dormir... y esa melancolía de mierda que me persigue hace que, pese a preocupar a medio mundo, me siga sintiendo desesperadamente sola y vacía.
¿Por qué si la cabeza es capaz de procesarlo todo, el pecho sigue oprimiendo a su antojo? Tan racional que me creía, tan manipuladora de mis propios sentimientos y reacciones para jugarle bromas al resto... y ahora las malditas emociones me van ganando la partida....
Ese estúpido deseo de que alguien venga y te abrace y con sólo eso te demuestre que le importas más que a nada en el mundo es lo que me va minando por dentro, y hace que no deje de llorar... porque quizás cuánto tiempo pasó antes de que la decisión cayera encima y de que se tomara en verdad...

Me quise comprar algo sólo para mí, hace unos días, como para reafirmar la estúpida idea de que ahora ya no gastaría en alguien más- sabiendo que en lo más profundo de mí misma (y de mi bolsillo) no me importaría seguir haciéndolo si valiera tanto para mí como solía hacerlo - y terminé comprando maquillaje. Algo muy pequeño, muy discreto, pero para aprender a usarlo. Casi con la idea de que si aprendo a maquillarme, podré cambiar de a poco la máscara que frente al mundo había estado tan reacia de mostrar nuevamente. Y es que no me gusta esa máscara, porque la recuerdo de una frialdad espantosa para conmigo misma, no con el resto. A ver si con el maquillaje se cubren los pedacitos rotos de los que me voy dando cuenta estoy quedando.

Tristemente, pese a todo, sigo con el lamento autocomplaciente que me desespera...y sigo sin hacer nada al respecto...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Ángel para un final.

Sé que esta canción está ultrasonando por la triste tragedia ocurrida en Juan Fernández, con los 21 que murieron y con que era la canción que querían para el funeral de Felipe Camiroaga, pero no puedo dejar de ser egoísta y seguir viéndole un enfoque que me llega.

"Ahora comprendo 
cuál era el ángel
que entre nosotros pasó
era el más terrible, 
el implacable,
el más feroz. 

Ahora comprendo en total 
este silencio mortal.
Ángel que pasa,
besa y te abraza, 
ángel para un final."

Ahora, mirando hacia atrás, no sin dolor, pero con todo el ánimo de salir adelante, es que esta letra me llega como mazazo. Ahora comprendo los silencios del último tiempo, esos instantes que no eran tristes, pero que no eran cómodos.
Ahora me hace cruel sentido aquel último momento.
El final.

sábado, 27 de agosto de 2011

Caminos separados.

La semana pasada fue el término de una relación de 1 año y 4 meses. Al menos esta patita. Pero significó el cierre de un ciclo de amor y desamor, de odio y cariño, de caricias furtivas y de demostraciones de afecto de más o menos 3 años.
Duele, no se puede negar. Pero ya las cosas, por más cariño o esfuerzo que se le ponían, no resultaban.
A veces no todo es cosa de quererlo e intentarlo. A veces sencillamente no se da. Pero eso no significa que lo que hubo de por medio no fue real, que los sentimientos siguen y seguirán ahí, flotando y cobijando aquello que se amó, y que se ama todavía.
No hay odio, no hay resentimientos. Sólo pena, y añoranza. Las promesas no siempre se pueden cumplir, y eso hay que entenderlo.
Pero también está la alegría, y es lo que quisiera destacar. Saber que alguien es importante para uno, y saber que una fue importante para ese alguien, reconforta. Saber que lo que fue es verdadero, y que, pese a que habrá un trecho  de incomodidad y de dolor, éste es inevitable, pero que el recuerdo no se irá y nadie será capaz de reemplazarlo, alivia.
Confieso que fue mi primer amor; mi primer pololo, mi primera pareja, si se quiere. Fue el primero en mi vida, y eso no se olvida. Menos ahora que soy un poco más grande y puedo quedarme con lo bueno, que pese a todos los conflictos idiotas, las mañas, los regaños, los malos entendidos y todo lo demás, fue algo lindo; algo que quedará por siempre en mi corazón y que me dará fuerzas para seguir queriendo al resto, sin aislarme tanto del mundo. Porque pude amar, pude ser amada, y fue algo real.

Ya no caminaremos juntos por el mismo camino, pero debo ser justa, y agradecer que haya querido caminar conmigo aquel trecho que no deja de ser importante. Fue el inicio de la vida de "adulta" que he de emprender el que siguió a mi lado, y eso ni el alzheimer lo borrará.

Así que sólo queda respirar hondo, dejar el bolso de este amor a un costado del camino (con un bello cartel que indique dónde está, para volver a él y recordarlo con cariño, peo nunca más volver a cargarlo), enderezar la espalda, y caminar libre de carga un trecho más, hasta que otro ser humano se cruce en mi camino (o en el de él) y decida que caminar juntos un trecho no es tan mala idea.

viernes, 24 de junio de 2011

One of us

Me dió la weá melancolía y me puse a buscar en youtube la canción One of us de Joan Osbourne. Es una de las tantas que oía de pequeña, en la radio o por mis papás. Algún día divagaré de lo que me dejaron a través de la música...
El punto de buscar esa canción  fue instintiva, creo. Si Dios fuera uno de nosotros, acá, parado en la mitad de la plaza Italia... ¿qué pensaría?
No soy excesivamente religiosa. Mis padres, ambos de distintos credos (practicantes o no), prefirieron dejarnos la tarea de creer a nosotros cuando tuviéramos conocimiento y ganas de saber realmente del asunto, no por imposición. Así que mi Dios es alguien benevolente, que se ríe; al que le converso todas las noches, contándole del día, pidiéndole protección para los míos y los no tan míos, rogándole porque me haga una buena persona; un Dios que tiene paciencia, cariño y mucha pero mucha comprensión.
Entonces, si lo metiera en la mitad de la ciudad, en la virtual división de los pudientes y los que no... ¿qué haría? ¿qué pensaría?
Creo, inocentemente, que este mi Dios se perdería entre tanta gente, entre tanta mirada fea... Que siendo él tan amable, tan buena persona, quedaría un poco chocado con la mala voluntad de muchas personas, con la parquedad con la que van, casi sin almas que se noten. Siempre grises, siempre serios... siempre indiferentes con lo que le pasa al lado. Creo que después sentiría mucha pena, porque su esencia es el cariño, y no lo encontraría muy a menudo, al menos si se para a las 8 en el bandejón de Baquedano. Sentiría pena por tanta gente que se siente sola aún estando en medio de la marea humana, le dolería el pecho al notar tanta injusticia; las lágrimas correrían dolorosas por su rostro barbón al ver, cara a cara, la pobreza tanto de corazón como de bolsillo que tiene todo el mundo, cada quien en su medida...
Quizás después le daría una profunda rabia, porque vería que muchos de esos desencuentros, esos vacíos, esos malos sentimientos nacen de una mala educación, de malas oportunidades; de malos adoctrinamientos bajo alguna fe tremendamente castigadora o represiva...Le daría rabia al ver que su mensaje, que sus ideas, que sus intenciones con nosotros no están claras por un mensaje distorsionado que llegó de mala manera: no por convicción, sino por imposición.

Quizá también quedaría perplejo ante tantas invocaciones a su nombre para defender causas que él claramente no aprobaría. Que el matrimonio homosexual, que los casos de pedofilia en las iglesias (hay que darles a todas el beneficio de la duda, digo yo), que.... creo que se indignaría ante todo ello. -¿Cuándo dije que no al amor...al respeto, a la tolerancia...?-se preguntaría...

Pero quizás eso también le renovaría los bríos para hacernos mejorar un poco por dentro; para tratar de llegar a nosotros no importando si es barbón, si tiene o no prepucio, si le gustan mucho las señoras o si tiene 8 brazos. Para hacernos entender que en la esencia de nosotros mismos está el ser diferentes, porque él lo planeó así para hacernos la vida un aprendizaje y no un recreo; para aprender a querer al otro tal y como es, pero por sobretodo para querernos nosotros mismos gracias a que él también nos quiere... aunque a veces  lo haga a lo Beethoven.

viernes, 10 de junio de 2011

Devenires

Han pasado cosas. Cosas feas. Cosas lindas. Pero cosas, al fin y al cabo. Y hace que me den vueltas y vueltas los sesos, tratando de encajar las piezas y de que los engranajes de una vez comiencen a funcionar.
¿Qué se puede hacer cuando la gente no logra ponerse de acuerdo, porque discuten a distintos niveles y ninguno quiere abandonar la seguridad de su trinchera? ¿Qué se hace para evitar las roturas de puertas, el graznido de los goznes en un portazo, los gritos furibundos de gente irracional, que defiende a alguien ignorándolo completamente en plena discusión?
Lo más triste no es quedarse en media pelea, casi como árbitro. Lo más triste es dejar de querer verles la cara a los que discuten; es dejar de sentirse parte de un núcleo o, peor, sólo querer arrancar de ahí porque se asfixia.

¿Cómo sabemos que somos adultos? ¿Cuándo comenzamos a ser racionales? ¿Existe la consecuencia en el ser humano? ¿La empatía? ¿El perdón real, no ese cinismo canjeado por un par de horas de neutralidad? ¿La voluntad de llegar a buen puerto por el bienestar mental de uno y de los que quiere -o en su defecto, de aquellos a los que se tiene para cuidar-?

La racionalidad es cosa extraña, taimada, fugaz  pero siempre presente en la boca de cualquiera que crea que su punto de vista vale más que el de otro. Y tanto cuerdos como locos, abusan de su nombre y no de ella misma, tan necesaria muchas veces...

sábado, 7 de mayo de 2011

Sueño compartido

La verdad sea dicha, a menos que sea en mi camita, o esté realmente molida, me es casi imposible dormir con  compañía.  Al dormir suelo ser expansionista, y ocupar todo el espacio de mi lecho. Eso es algo que, claramente, con otra persona no se puede.
Pero no significa que estar allí con otra persona le da "algo", un toque a querer dormir. Tengo algo de experiencia de sueño compartido. De pequeña, siempre compartí cama con mi hermana, y siempre recordamos que ella se enojaba enormemente porque para que yo me durmiera, necesitaba estar rascándole la pancita.
Desde más menos los 10, que duermo con almohada y cojín, pues la almohada (que es más larga) siempre queda en mi espalda, como para hacerme la ilusión de que hay alguien que me acompaña. Antes, solía dormir abrazándola. Ahora sólo hace cucharita. (XD)
Cada vez que hacía pijamada en el liceo (que a decir verdad fueron muy pocas veces) me dormía con mi mejor amiga... y si bien a veces era un cacho porque nos quedábamos conversando hasta las tantas, y no no spodíamos acomodar bien porque mi cama era muy estrecha, siempre se sentía agradable...(aunque ahora siempre se burle de mí y diga que poco menos la abusaba... Konnie del mal ¬¬#)
Pero no hay nada mejor que dormir con alguien a quien se quiere cerca, muy cerca. El calor que el cuerpo de esa persona emite es muy especial, la sensación de un roce siquiera de los pies al darse vuelta; el poder acurrucarse en un pecho, o aferrarse a una espalda y tener un contacto... o quizá todo eso mezclado de una infaltable conversación en susurros, que mezcla todo lo hecho del día con lo que se planea, con conversaciones filosóficas y una que otra sonrisa...
Dicen que si se duerme con alguien, suelen compartir los sueños.
Como ya dije, me es muy difícil dormir con alguien... porque el sólo hecho de hacerlo es un sueño.

domingo, 27 de marzo de 2011

Orden hecha

Vi hace muy poco un video musical japonés, que publicó una querida amiga. En él, se le habla al creador (representado por un niñito muy cute) y se le pide, como si fuera una orden de comida, cómo queremos ser.
Me caló muy hondo, la verdad, y a falta de originalidad de mi parte, prefiero compartirlo con quien se cruce por estos lares.
Paciencia, y dénse el tiempo para oirla...
muchas gracias =^.^=

domingo, 13 de marzo de 2011

Quédate

-Quédate - le dijo, ella mirando a la pared, él sentado al borde de la cama.
Quédate, le dijo, por primera vez después de tantos ires y venires por camas ajenas, después de incontables encuentros clandestinos. Después de muchas promesas incumplidas, de ilusiones negadas; de puntos claros y ninguna clase de esperanza alimentada.
Quédate, le pidió, porque ya no le bastaba el mero roce de su cuerpo; ya no le llenaba el mero aroma; ya su cabeza no le daba permiso para seguir cegándose a punta de desangrar su pecho y de acuchillar su bolsillo. Ya la razón, la lógica, el libertinaje no le dejaban respirar tranquila, avanzar sonriente y olvidando lo que su cuerpo se empeñaba en demostrarle. Ya no podía justificar los nervios, las angustias; no lograba evadir las ideas en el alcohol o en los libros.
Quédate, le pidió, para poder tenerlo cerca una vez, una que fuera, sólo para tener a quien aferrar en la oscuridad de la noche sin luna que se colaba por el alma más que por la ventana; para sentirse en algún momento a flote en el océano de la soledad encubierta de calentura pasajera...
Quédate, le dijo, de espaldas, porque no quería que sus ojos la delataran y que él viera... que viera...que ya no podía con la parodia de amistad con ventajas; que el deseo que la consumía ya no era por un falo en ella ni por una mano que la recorriera y que la hiciera gemir; que lo que buscaba y rebuscaba entre la maraña de amantes no era sino un abrazo sincero, un momento de cariño, un alma compañera.
-Quédate- le dijo ella, de cara a la pared.
Y esa noche, él se quedó.

sábado, 5 de marzo de 2011

Asco

Pensaba, acostada en su cama mirando el techo, en el hastío que sentía.
En realidad estaba harta de sí misma. El mirarse cada día en el espejo, y no ver más que un rostro siempre sonriente, que no era más que una mueca de la que se había acostumbrado, le era muy incómodo ya; el tener que lucir amable para el resto porque así se daban cuenta que existía le tenía molesta, porque -a fin de cuentas- nadie toma en cuenta los gestos que los ajenos hacen por otros ajenos, por mucho que ronden el mismo mundo. Estaba harta de sus cambios de humor, que debía siempre encubrir para no hastiar al resto, o para no preocupar a los que "quería"... que muchas veces quería ver bien lejos, para poder gritar hasta desgañitarse y arrancarse la piel a jirones,a ver si salía luego de ella todo el pus que sentía moverse en su dentror.
Su cabeza era una maraña, muy alentada gracias a la cantidad de medicamentos a la que estaba sometida, por obra y gracia de algún ente que quiso ayudarle y que sólo complicó las cosas. No le gustaba dormirse, porque vez que cerraba los ojos, veía que cada persona a su alrededor le miraba de forma acusatoria, como diciendo "¿hasta cuándo nos engañas?", o "¿qué demonios te crees, que nos importas?". Vez que cerraba sus ojos, veía su rostro surcado de heridas, sus manos temblando y su cuerpo, si no destrozado, en vías de serlo muy pronto. Vez que cerraba los ojos sentía un torbellino en el estómago y una roca en la garganta; un ardor en las ojeras y una sequía en los ojos. Sentía el pecho apretado y que todo le daba vueltas. Pero no podía abrir los ojos, porque su cerebro de mierda siempre le llevaba como punto fijo su imagen en el espejo; esa imagen cínica y muerta, que no revelaba más que el bicho que era.
Bicho.... sí, bicho era la mejor palabra para describirla. Parásito, también, podría ser una aplicación más o menos realista de las cosas. Siempre a la siga de alguien, siempre importunando a alguien... siempre alimentándose de las sobras de atención que el resto, "el resto" le dejara. Y es que ella no podía sino vivir de esa manera y, al mismo tiempo, no podía seguir haciéndolo.
Pero los bichos nunca desaparecen del todo de la faz de la tierra, y ella sabía que, por mucho que se odiara, por mucho que se intoxicara casi a diario entre pastillas, alcohol y neurotismo, no sería capaz de hacer nada contra ese hastío de sí que tenía. Porque el instinto de sobrevivencia era más grande que la idea de vivir, o de sentir algo. O de considerarse una persona, en todas las de la ley.o, porque ella no tenía derecho para hacerlo; se lo había quitado ella misma muchos años atrás, sin recordar bien el porqué.
¿Quería ser persona? ¿Quería dejar de ver a la cínica frente al espejo? ¿Quería dejar de revolcarse en su propio excremento mental y salir de una vez? Posiblemente, pero eso no era suficiente. No, no era suficiente. Primero tendría que nacer de nuevo para ser alguien diferente; alguien que pensara diferente, que sintiera diferente y a quien no le naciera tan naturalmente el ser rastrera, poca cosa, amargada, absorvente, maquinera y manipuladora. Tendría que pegarse un tiro, pagar las culpas en el infierno y volver a la vida como un otro... como uno de esos otros a los que ella seguía servilmente.
No iba a llorar por eso, se reconocía. Las lágrimas eran para ablandar el corazón de algún otro que le brindare algún tipo de secreta satisfacción, para que le permitiera estar un poco más cerca de él, no para malgastarlas en sus sesiones diarias de sadismo mental y masoquismo corporal. La culpa y el asco le eran tan innatamente necesarias que la idea seria de desprenderse de ellos no dejaba de ser sólo eso, una idea, y hasta ella lo reconocía en su cabeza.
Malgastó un suspiro, se dio vuelta y cerró los ojos, para dormirse. Y dijo hola de nuevo a sus pesadillas, como cada noche. Qué diablos, se decía siempre.
Es lo que soy.

lunes, 28 de febrero de 2011

De la reconstrucción y todo eso.



Ayer tuvimos un bombardeo –literalmente- de imágenes, reportajes y despachos por televisión abierta respecto al dichoso “27/F”, aquel terremoto y maremoto que hace un año azotó esta huincha de tierra larga y angosta.
 
Ayer  se conmemoraba un año desde que medio país se despertó porque el piso se movía más de lo que la ebriedad acostumbraba, y que el mar, que “tranquilo nos baña”según el himno patrio, decidiera revolverla un poco y cobrar venganza por tanto desprecio que le demostramos, ensuciándolo a diario, llevándose a cambio vidas humanas en canje.
 
Ayer se hizo un eco multitudinario del descontento existente porque los planes de reconstrucción avanzan a paso de tortuga, dejando a miles de familias varadas en mediaguas o de allegadas en casas de familiares, todavía.


Si bien el terremoto no me afectó tanto como a esas familias (sólo se nos quebró la mesa, los adornos y toda la colección de vinos de papá), porque mi casa siguió en pie y con todos sus muros útiles, me causa mucha extrañeza todo lo que ello implicó para el resto. Quizá sea porque me pasé una semana incomunicada del resto del mundo, salvo los cortos mensajes de que el resto de la familia y amigos estaban bien, que ahora miro con algo más que mero morbo ese mismo instante para el resto del mundo.
 
Sin embargo, no puedo sino pronunciarme -humildemente- frente al actual panorama. Políticamente hablando, este asunto implica una maraña de dimes y diretes, de palos que van y vienen entre el oficialismo y la oposición. Que no se hacen las cosas, que van muy lento, que se hacen truchas... Los ex habitantes de La Moneda no hacen sino restarse de las iniciativas o sólo ponerlas en duda, despreciando lo que el gobierno trata de hacer. Tampoco es que los defienda a brazo partido; sólo expreso mi opinión. No obstante ello, me da mucha rabia que nadie sea capaz de asumir abiertamente las cosas. Hasta en un país desarrollado la reconstrucción se demoraría por lo bajo 5 años; ni hablar en uno “en vías de” como el nuestro. El tema de los subsidios no es sólo entregar y comenzar; los trámites burrocráticos son demasiados para entregar platas del erario público, por lo que acortar los trámites a lo más que se puede implica una muestra de buena voluntad y de ánimo por mejorar las cosas que no recuerdo haber visto años atrás. Cabe recordar que hace varios años atrás también hubo un terremoto en el norte del país y se abandonó de la palestra informativa al poco andar. ¿Alguien sabe cómo se arregló eso? Si mal no recuerdo, la actual oposición fue la que estuvo a cargo de esa tragedia...
 
Lo triste, además de las pérdidas en vidas humanas, es que de a poco todos van creyendo que el estado está en la obligación de resolverles todo por la vía expedita, en vez de asumir también algo de responsabilidad por sus propias vidas.  Hay muchos, muchísimos, que han hecho todo lo que tienen a su alcance para salir del mal trecho, a los que les caben todos los méritos por lo que logren, pero hay otros (que son los que más ruido hacen, tristemente) que esperan de brazos cruzados que les arreglen todo, como esperando que les caigan las cosas del cielo. Y claro, como no llegan, acuden al recuerdo enaltecido de los antiguos dirigentes... aunque también abundan los que no tuvieron mayores daños y aún así les da por reclamar. Aunque contra todo, claro, pero eso es harina de otro costal.

 Es más triste aún pensar que si esto no hubiera ocurrido, tampoco hubiera habido algún cambio en cómo se llevaban las cosas frente a las tragedias, porque para el nuevo gobierno no era una prioridad.  No nos hagamos los tontos: más allá de la operación daysi del colegio, nadie tuvo jamás una educación formal o más menos decente para enfrentar las tragedias. Lo espantoso es que vivimos en un país suicida: enclavados en el llamado “cinturón de fuego del Pacífico”, o se nos mueve la tierra cual garota bailando samba, o estamos a merced de las erupciones volcánicas de la tierna cadena de cerritos iracundos que abundan en el país. ¿Y acaso hemos tomado conciencia de ello? Estamos en el borde de una falla geográfica de importancia, ¿y dónde es que construimos nuestras casas y balnearios? En el caso de que el volcán Maipo despertara, la lava llegaría hasta donde está el aeropuerto, arrasando todo Santiago. ¿Y alguien sabe o ha oído hablar de planes de evacuación? Hasta donde sé, en varios edificios de la capital hubieron problemas en la evacuación porque se trabaron puertas y otros. Por la propia histeria colectiva irrumpieron saqueos y acaparaciones en supermercados y demases. A todos nos costó encontrar linternas, pilas o por último velas para pasar esa noche larguísima.  ¿Qué tal nos habría ido con un poco más de conciencia al respecto? De partida, no tendrían que haber colapsado los edificios: tendrían que haberse cumplido (o hecho cumplir) la normativa antisísmica vigente; la institucionalidad a cargo de las alertas no debió haber sido tan negligente, aún habiendo información desde agencias internacionales gritando poco menos de los riesgos que se nos venían encima. Con un poco de criterio y educación sísmica, la gente de  la costa debería haberse mantenido en los cerros, pues es de conocimiento básico y vital el que si hay un sismo que no te permite mantenerte en pie en un sector costero, hay que poner pies en polvorosa hacia lo más alto que se pueda.
 
Sin embargo, pese a todos los reclamos que se puedan hacer, las cosas ya pasaron, las vidas se perdieron, se nos cayó medio Chile y aquí estamos, tratando de salir adelante. Lo único que cabe pedir es un poco más de voluntad y de conciencia respecto a las reales limitaciones y los reales avances. No somos perfectos, y quizás sí estén metiendo las patas en el gobierno. Pero hacen todo lo que les es posible con toda la mala leche que les plantan del lado contrario, que en vez de ser de ayuda sólo estorba y se regocija en un pasado que tampoco hizo avances en esta materia. Porque al menos a mí no me caben dudas de que, no importando el lado que estuviera en el poder ahora, todos estarían exactamente igual de desconcertados y varados para sacar las cosas adelante. Sólo pasa que yo le tengo más fe a los de ahora.

viernes, 25 de febrero de 2011

Aliados.

El terror es algo espantoso. Fluye por la sangre tal cual como lo hace la adrenalina, pero en vez de impulsar, detiene, frena, congela. Hace que el cerebro se inunde de imágenes ensangrentadas, de planos quebrados, de ideales destruidos desde sus bases; hace que el corazón lata más rápido, pero que la temperatura baje más y más.Hace que la garganta atenace, que trate de matarte por dentro, sintiendo la presión que te surge del pecho; que se te desarmen las entrañas, que los pies sean gelatina y que no puedas huir, porque en el cuerpo propio es donde todo está.

El terror hace que una no quiera más nada, pero es peor cuando el terror se junta con la culpa.

La culpa, esa maldita infame, que se burla de una en la cara porque sabe que si no hubiéramos hecho algo antes, ella no estaría. La culpa se regocija en los recuerdos; acelera la imaginación creando los miles de futuros diferentes que habrían de no haber hecho aquello que le dio vida. La culpa siempre requiere los servicios del llanto, pero no de ése que es un bálsamo, que alivia y quita la pena; siempre se alía con el llanto a saltos, que desgarra, que surge a borbotones y que no se acaba, ése que va con los gritos y gemidos que no liberan, sino que aprisionan y que no hacen más que quemar las mejillas al caer las lágrimas y que desgarra la garganta.
La culpa y el terror no son buenos aliados, no son sanos. Pero son eficientes, si lo que se busca es la destrucción. Aún más, si es la autodestrucción.

jueves, 10 de febrero de 2011

¬¬

A veces se me olvida que yo soy yo, y me miro como si fuera una tercero ajena a mi vida. Y me juzgo.
Suelo ser cruel, insidiosa y maldita.
No sé qué tengo contra mí misma, que siempre me repelo sola.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Aislamiento

Antes de tener esto que se llama internet en mi cuarto (porque es el único lugar de la casa al que llega), las vacaciones eran un poco sicópatas. Tenía que ir al ciber para revisar las redes sociales y saber de mis amigos. Me pegaba más rato al teléfono hablando con mis amigas. Y leía mucho más de lo que he leído éste, en particular; año en el que me conecto todas las noches para "conversar con la gente", como me digo hipócritamente, sabiendo que en realidad me meto para hablar con una sola.

Antes de esto que se llama internet, las cosas las podía escribir tranquilamente y corregirlas mil veces. La musa me visitaba más a menudo, salía más con mis amigas, me enteraba de más copuchas por salida y en verdad se podía tener una conversación larga que no estuviera inmersa de relleno.

Antes de esto de la internet podía hacerme ilusiones de cómo estaría el resto, y si me echarían de menos en alguna parte.
Mas, la realidad con internet ha sido otra. En realidad todos, al estar conectados, pecamos de egoístas, de no querer saber del otro, sino que el otro sepa de uno, porque es una la que se expone públicamente, a ver si alguien engancha y pregunta. Hablamos con un computador, nos gustan frases idiotas, decimos lo que hacemos hasta por lo más mínimo, a ver si alguien, alguien por ahí se acuerda que existimos.
Porque en esta megamarea en la que nos metemos todos los días, estamos en realidad más aislados que nunca.

domingo, 23 de enero de 2011

Romeros

Hoy vino mi tío Luis. Con toda la familia, claro está. La tía Ale está regia, se ve muy bien; la Mali está enoooorme... entra a kinder este año, y al Pipe le ponen salitre en las patas cuando duerme parece, porque siempre llega más alto...(pendejo alza'o no más xD).
Vino, y la casa se llenó de risas. De bromas, de chistes cortos; de agarradas p'al web...
Vino, y la revolución de alegría se hizo en mi casita. Hacía falta, vale decir. Este finde me esperaba una guerra nuclear, o casi. Pero no pasó nada, menos mal.

Vino mi tío, y nos reímos todos. Se agrandó la familia por un rato. Once rica, torta para Julio, que ya cumplió 13 años (¡cómo pasan los años!), souveniers de España y de Francia; relatos de defensas de tesis, de vida universitaria; bromas sobre el gusto al escoger parejas, chistes que sólo una mitad de la mesa oye, porque nos hacemos tantos que se hace pequeña, pequeña.

Viene mi tío, y se hace la revolución de los Romero en mi casa. Porque mi tío es Romero, igual que mi madre. Ambos morenitos, crespitos mientras mi tío tuvo pelo; ambos risueños, ambos jugosos. De él salieron dos, de ella salimos cuatro. Y aunque no exista ningún vínculo sanguíneo, sino sólo el alcance de apellidos, el tío Luis se siente de la familia, porque así lo ha sido durante los 18 años que lo conocemos nosotros, y los más de 30 que lo conoce mi papá, que es quien nos lo presentó.
Y se hace la revolución de los Romero, digo e insisto, porque nos reímos todos; porque el jugoseo emana de nuestros poros y saca la mejor parte de nosotros, que es la alegre. Porque llega y arrasa con toda tristeza o rencor existente, aunque sea por una once un domingo perdido.
Porque nos une a todos, más aún a esta familia quebrada que igual junta las piezas en el marco del puzzle, que es la mía.

jueves, 13 de enero de 2011

Wakala

Antes que todo, he de hacer notar que me duele la cabeza y estoy muy sensible, así que si sale feo, no me joda.
Estoy molida. Me puse a trabajar de esclava para un importador coreano de todas las ws que siempre miré con ojitos brillosos desde el papel de consumidora buscando material para manualidades. Pues bien, ahora estoy al otro lado de la vitrina. Y hay veces en que me desagrada completamente la especie humana en su totalidad. De partida, mis compañeras de trabajo han aguantado más de un año -algunas- al puto explotador que las contrata (al menos, a mí me tiene a la vida) por el mínimo, casi 10 horas de pie durante 5 días (y el sábado baja a la mitad), sin sillas, con 30 minutos de colación y acopañando ese rico mix con su delicioso aroma personal y su adorable cara de poto.Yo, nada más que de apretada (quiero mis lucas! me quiero ir de vacaciones decentes sin tener que pedirle a mis papás) y porque mamá me dijo que no llegaba a fin de mes, sigo ahí, pero no pesco mucho ni me mato. La gente que llega se encarga de ello. Y llega cada gente... personas amables, que entienden que el otro es tan persona como ellas; pero otras... que creen que sólo se está ahí porque fuimos destinadas a atenderlas; que no procesan que hay que hacer las cosas con celeridad o que no entienden que una también se cansa, que también tiene sueño o que también le duelen los pies; que no tiene la obligación de serles dóciles y mostrarles pleitesía si ellas no son capaces de mostrar respeto.

Además, cada una tiene su propio drama humano; cada quien tiene sus problemas, su smanías y sus penas.

Tengo wakala. A veces me da wakala el mundo.. La mayor de las veces me doy wakala yo. Otras muy puntuales, me dan wakala los hdp que existen en el mundo, que hacen llorar y sufrir a quienes no se lo merecen, porque -a diferencia de ellos- son personas que valen la pena.

Pero eso. Tengo wakala.