jueves, 1 de marzo de 2012

Desde cero

Mañana a las 5 hay que levantarse para dejar todo listo. Voy con mi hermana en viaje flash al sur, para ayudarla a instalarse, porque se va a vivir a pensión.Primer año que pasa lejos de la familia realmente, porque los dos previos estuvo con mi tía y mi abuela. Pero ellas no la quisieron tener más en casa. Vueltas de la vida no más.

Voy a ayudarla a ordenar clósets, a pegar pósters, a poner fotos y a tratar de hacerle de esa casa un rinconcito acogedor. Es su rincón, claro, yo voy como mano de obra no más.

Se va a una casona grande, dijo mamá. Yo no la conozco aún. Se va con doña Irma y 3 chicas más a quien ninguna conoce. Se va por un año a un terreno que de verdad no conoce.

Es su tercer año de carrera, pero aún así, partirá desde cero. La lavandería queda en el campus, tiene sus ollitas -tan pequeñas que recuerdan los juegos de una cuando chica- porque tiene que cocinarse para ella no más; tiene que acostumbrarse a no contar con nadie tan expedito en caso de urgencias, sólo la casera (porque mi mamá ya hizo tan buenas migas que está requetecontraencargada) y las amigas que viven en la pensión del frente.
Regulará sus horas de sueño y de estudios; tendrá que velar por su orden y su desespero, por el volumen de la música o por que se le rompió un pantalón y tiene que zurcirlo.
Mi hermanita, la más cercana, se está haciendo más adulta que yo, en cierto sentido.
Pero seguirá el camino sola. Lejos de nosotros, al menos, y lejos de cualquier supervisión espía y falta de confianza de ciertos miembros de la familia. Pero eso es otro cuento.

Lo que quería recalcar antes de divagar más aún, era que estoy orgullosa de mi hermana, pero que me da pena porque no tengo mucho cómo ayudarla. Desde más de 400 km de distancia no puedo correr en emergencias, ni puedo brindarle ayuda emocional o económica siquiera. Me da el mismo miedo que mi mamá,porque su pollito se le va. Pero el temor está.
Ojalá no pase nada, y demuestre así que los temores eran infundados. Que triunfe realmente en su demonio personal, que encuentre esa plenitud que busca y que en definitiva la pase bien y no se amargue como la que escribe. Que sea feliz, en el fondo, a ver si me enseña a mí cuando vuelva en vacaciones.