domingo, 29 de agosto de 2010

Estaba loca


Estaba loca.
Con esa mirada maníaca, con ese aire de demonio en cara de ángel, con esos pies siempre azules porque jamás toleraban zapatos; con esos brazos flacuchos que parecían ramitas secas.
Estaba loca, y corría por la casa, riendo como endemoniada; yendo a saltos por el corredor, tarareando canciones de cuna, meciendo un bulto imaginario, resguardando su vientre de cualquiera que se le acercara para darle la medicina.
Estaba loca, no se sabía por qué; estaba loca y les daba lo mismo. La conciencia en ella se había quedado estancada en unos ojos que nunca volvieron.
Estaba loca, y reía, reía, sólo para no largarse a llorar y secarse como pasa. Estaba loca, y saltaba en las hojas secas que caían del único árbol de la casa, ése que ella, loca como estaba, había impedido que cortaran gracias a haberse trepado por días, vociferando incoherencias y clavando esa mirada tan clara, tan prístina que dejaba traslucir terroríficamente el tormento que la trastornaba.
Estaba loca, y en las noches, sólo algunas noches, parecía recobrar la cordura, apareciendo con un vestido raído y un cintón torcido en los cabellos enmarañados por la sala (descalza siempre), musitando frases hechas y cumplidos añejos a gente inexistente. Buscando a un doctor, a un destacado psiquiatra que había partido quién sabía cuando, llevándose todo lo que en su interior se guardaba, dejándole sólo la locura a cambio.
Pero sólo eran algunas noches, así que pronto el desvarío era mayor que los recuerdos y en ella se desataba de nuevo el torbellino, que la hacía deshacerse de todo lo que llevara encima (razón incluida) y la incitaba a correr nuevamente por los pasillos, desnuda si sentía demasiada opresión, y a gritar, gritar... con esa sonrisa macabra entre los labios y los ojos inyectados en sueños rotos.
Estaba loca.

sábado, 21 de agosto de 2010

Declaración de principios I

Me da rabia que encasillen a la gente y la molesten por lo que opina; más aún si cambia de ella. No es justo, no es limpio y hace daño el creerse ser el dueño de la verdad.
En este mundo (por decir lo bajo) hay una opinión distinta por cada persona -y sacando promedios-, lo que es totalmente acorde con el mero hecho de considerar que somos todos diferentes; no sólo feno y genotípicamente, sino también por el entorno y la historia de cada vida.

Me molesta, me enfurece, me empelota que juzguen a alguien por sus opiniones, legítimamente diferentes; más aún, que se aprovechen de las "raigambres familiares" al momento de inculcar casi por costumbre ciertas ideas o gustos. Quizá sea por el hecho de que en mi casa siempre se toleró una diversidad de opciones y opiniones y se procuró no imponer limitaciones o sesgos al pensamiento, pero lo cierto es que en aras de esa misma libertad de creencia es que se suele levantar mi switch de defensa de cualquiera que sea herido por ese tipo de susceptibilidades; más aún cuando se actúa en ellas de forma gregaria y sin poder razonador o crítico real.

Eso. Por lo mismo, aquel que sea molestado/herido/atacado en masa o derivaciones, no dude en avisarme o pedir ayuda, que para eso (y un café conversado) siempre habrá tiempo.

martes, 17 de agosto de 2010

Lo que importa

¿Ves la foto? Linda, ¿a que no?
Estamos los dos, tranquilos, felices... no radiantes, pero felices.
¿ves lo que realmente importa en ella?

Hay veces en que nos dejamos arrastrar por pasiones irrefrenables, por deseos ciegos; por temores irracionales y por carencias desgarradoras.
Pero ello no nos puede hacer flaquear en el punto más importante de todo.

¿Me quieres?, preguntas. Y más allá que eso sea casi rutina para decirnos un rosario de cosas para nosostros importantes y que para el resto no sería más que cursilería pobre como sopaipilla de carro, deja ver ese viso casi imperceptible de terror a que algún día te respondan "no" en serio, que ya no sea parte de la jugarreta, sino que sea la cruda y triste verdad.

¿Me quieres?, preguntas. Y muchas veces ya no hay formas eficientes para decir, para demostrar que las cosas van más allá que el cariño. Que van en un punto en el que la necesidad misma de cubrirte de afecto se ve reducida al absurdo frente al legítimo temor de ver esa carita con atisbos de dolor. Que el fin último que se persigue no es la perversión ni la experimentación (considerando el año) , sino la genuina intención de hacer al otro feliz, de colmarlo de cariño y hacer que la mirada esté siempre iluminada, que la sonrisa sea verdadera y que los formalismos y paradigmas se vayan al carajo bien lejos para que lo que realmente surge pueda crecer y ser fuerte.

¿Me quieres?, preguntas, y tus ojitos brillan. ¿Me quieres?, preguntas, y tus labios incitan a no responder con palabras. ¿Me quieres?, preguntas, y tus brazos estrechan, como si temieran que lo que tienen atrapado pretenda huir. ¿Me quieres?, preguntas...

Y no respondo, porque aunque te tranquilice oírlo, prefiero demostrate cada vez que sea posible que así es... así y mucho más es...
Porque las palabras no son necesarias; sí los gestos y las miradas, que entre nosotros abundan. Sí lo son los guiños, las risas, los silencios... la complicidad que cada vez más aumenta conforme nosostros mismos le vamos añadiendo misterios, mientras los vamos paradójicamente tratando de desentrañar...

¿Ves la foto? Linda, ¿a que no?
¿Puedes ahora ver lo que es importante?