miércoles, 6 de enero de 2010

...(Sin memoria)... II

No podíamos creerlo, en cuanto el médico salió del box donde la tenían. Además de magullada, herida y quizá fracturada… ¿amnésica?

El doctor nos dijo a nosotros primero, su familia aún no había llegado. Había despertado de una vez, pero era incapaz de decir ni su nombre siquiera. Ojalá fuera temporal, nos dijo, pero aún no tenían diagnóstico certero. Habría que hacer exámenes y otras cosas, pero no se podía hacer mucho por ahora, salvo dejarla descansar.

Después de repartirnos entre los varios heridos por el choque, tuvimos que contener a su familia (para la mayoría de nosotros desconocida), que salió del box deshecha, casi tan en shock como ella misma.

Cuando por fin nos permitieron entrar (de a uno, recalcó la enfermera, cosa que no hicimos caso), la vimos –quizá- más frágil que nunca en la vida. Parecía pajarito; abrazándose temerosa, con la cabeza vendada y suero en los brazos, mirándonos con cara de pregunta, como queriendo leer en nuestros rostros lo que ella había olvidado. La saludamos, temiendo abrazarla, diciendo nuestros nombres como si con ello le prendiéramos un chispazo a su cabeza. Salvo el hecho de que con algunos dio respingos, lo único que nos pudo devolver fue una sonrisa inocente, y una disculpa avergonzada, como si considerara que el no poder recordarnos fuera una afrenta para nosotros más que un daño hacia ella.

Varios no quisieron entrar. Que por prudencia, que entro más rato, que los cubrimos… excusas fueron muchas. Quizá fue por el hecho de que verla así, como una niña pequeña, desvalida e indefensa, veían el origen de su propia fragilidad encubierta, la materialización de sus peores temores: el olvidar todo lo vivido.

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