martes, 12 de enero de 2010

...(Sin) Memoria IV...

A veces me vienen retazos descoloridos de cosas que –supongo- son mis recuerdos. Siempre son con alguien a quien no distingo su rostro y su voz es un tanto distorsionada. Lo malo es que siempre que vienen estoy dormida y despierto llorando desconsolada. Siempre se me viene a la cabeza un nombre que olvido apenas abro los ojos. Y cuando lo evoco, me duele el pecho. ¿Quién será?

El otro día vino el que iba manejando el auto. Tenía yeso en un pie, así que venía con muletas. En cuanto me vio palideció, así que temiendo que algo malo le pasara traté de levantarme de la cama para sujetarlo, pero un pinchazo en el brazo me recordó el suero, por lo que debí quedarme allí. Se acercó lentito, mirándome con esa mirada que he aprendido a reconocer como con culpa, y me abrazó con fuerza. No supe de mutuo propio quién era, pero el mero contacto con sus brazos me hizo acomodar automáticamente en su hombro, como si estuviera habituada a hacerlo. Abrazarlo me hizo sentir muy bien, he de reconocer. Me hizo sentir querida y no compadecida, como hasta ahora. Me pidió disculpas, que yo rebatí con los escasos antecedentes que contaba. Me miró, soltándome, y sonrió. Y fue la primera vez que vi ojos reírse también. Sentí que era una persona buena, y que era alguien a quien quise mucho antes de olvidar. Pero su nombre no me fue familiar, como esperé.
Habrá que esperar.

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