miércoles, 16 de abril de 2008

Me duelen...

Me duelen los ojos. Puede que sea por exceso de computador. O porque se cansan de ver tanta mentira. O verme a mí misma frente al espejo, que vendría a ser lo mismo.
Me duele mi garganta también. Puede que porque mi voz se quiere negar a emitir falsedades. O porque tengo problemas serios de amigdalitis. Vaya una a saber.

Me duelen los pies, por haber caminado tanto rato para ver el tema de mis exámenes. Pero ello no quita que no duelan porque sientan que se han esforzado para nada, caminando en vano por el desierto con ningún lugar al que querer llegar.

Mi panzita está gigante, pero flácida. Quizás quedó así porque contuvo durante mucho tiempo mis emociones más escondidas; mis sueños más oscuros... que ahrora fueron desechados al verse sobrepasados por la realidad. Mi panzita está enorme, pero no hago mucho por reducirla, salvo el sólo esconderla.

Me duele la espalda. Podría ser de tanto encorvarme por penas que no me pertenecen, de problemas que yo no puedo -ni debo- resolver. Me duele sentarme recta, derecha, porque ya olvidé cómo seguir por el mundo de frente, sin mirar el suelo.

Me duele el pecho, porque me pide a gritos que lo deje libre tal como era años atrás. Quiere que lo descongele, para que vuelva a latir vivo. VIVO.
¿Lo dejo o no?


Me duele todo. Estoy cansada, y sin embargo, no he recorrido nada del camino llamado vida....
¿Qué seguirá?

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